Son 40 grupos de inversión y hedge funds o fondos de inversión libre. Tenían en sus manos el 30% de los 5.200 millones de euros de deuda de Chrysler y, con su resistencia a ceder en las negociaciones, han forzado la primera bancarrota en una compañía automovilística estadounidense desde 1933. Y así han creado un mapa para la industria del motor que, si en algún sitio se debe estudiar con intensidad es en General Motors, que tiene un mes más para plantear su reestructuración.

El enfado por la resistencia de parte de los acreedores a sacrificarse brotó con fuerza ayer en el presidente estadounidense, Barack Obama. "Es insostenible e inaceptable que un pequeño grupo de especuladores pusiera en peligro el futuro de Chrysler", afirmó. Obama prometió que el proceso será "rápido, eficiente y controlado".