Zeus, el dios griego del cielo y el trueno, se cebó ayer con la bolsa. Los ecos de la degradación de la calificación de solvencia de la deuda del país heleno y de la de Portugal se cobraron su factura en forma de un retroceso del 4,19% en el mercado español, el mayor desde el comienzo del pasado febrero. La maldición del Olimpo surtió efecto, se impuso el miedo entre los inversores y, por tanto, las ventas masivas, que acabaron tiñendo los paneles de un rojo intenso.

El índice de referencia nacional, el Ibex 35, cedió ni más ni menos que 458,40 puntos, hasta situarse en los 10.480,90 puntos, muy por debajo de los 10.900 que anteayer parecían una buena resistencia. Tras el resultado obtenido ayer, el descenso anual en lo que va de año se sitúa ya en el 12,22%.

Todos los grandes valores bajaron: el BBVA cedió el 5,74%; Banco Santander, el 5,41%; Repsol, el 3,96%; Iberdrola, el 3,95%, y Telefónica, el 3,43%. Casi ninguna de las empresas representadas en el Ibex 35 se libró ayer del castigo por parte de los inversores, infinitamente más propensos a la venta que a la compra.

La mayor caída del principal indicador bursátil correspondió a Sacyr, que se dejó en el camino el 7,19%. Le siguieron por esa misma ruta del descenso Ferrovial, cuyas acciones se depreciaron el 6,57% y el Banco Popular, que sufrió una caída del 6,09%.

Solo una empresa del Ibex acabó ayer en zona de ganancias. Es el caso de Iberdrola Renovables, que tras varios días de caídas por los temores a los cambios normativos del sector energético, subió ayer el 1,05%. En el mercado continuo destacó la caída del 8,43% de Prisa, mientras que de los ocho valores que subieron del mercado nacional, la mayor alza fue para Inbesòs, con el 2,38%.

La rentabilidad de la deuda española a largo plazo se situaba en el 4,03%, en tanto que el efectivo negociado en el mercado continuo fue de 5.391 millones, de los que algo más de 2.000 procedieron de inversores institucionales