El jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, reitera que España debe asistir a la cumbre financiera de Washington y confía en las gestiones que pueden realizar los presidentes del Consejo Europeo, Nicolas Sarkozy, y de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso.

"Sin alharacas, sin hacer nada extraño, sólo con argumentos, con razones, defendemos que nuestra voz cuente y le puedo asegurar, va a contar", manifesta Zapatero en rueda de prensa en Pekín, donde participa en la Cumbre Asia-Europa (ASEM).

Zapatero, quien opina que esta cumbre euro-asiática no es el lugar para plantear su petición de acudir a la cita de Washington, recuerda que la iniciativa de celebrar esa reunión internacional partió de la UE y, como europeísta, asegura que tiene una gran confianza en el trabajo de apoyo a España por parte de las instituciones europeas.

A su juicio, no se trata de un asunto que se resuelve "con dos llamadas telefónicas a nivel diplomático", ya que la pretensión española "tiene una calado institucional, de lo que es la UE y el orden internacional, en el que España tiene mucho que decir y lo va a decir".

Para Zapatero, ante un reto de tanta trascendencia, una cumbre que va a diseñar el sistema financiero y que marcará el destino de la economía mundial en las próximas décadas, "un país como España en el formato que sea, de G-1, G-5, G-8, G-14 o G-20, debe estar".

Zapatero quiere dejar claro que la cumbre de Washington no ha sido promovida por el presidente de EEUU, George W. Bush, y que fueron Sarkozy y Barroso quienes viajaron a Estados Unidos para implicar a la primer potencia mundial en una cita impulsada por la UE.

En este contexto, reconoce que lo que opine Estados Unidos sobre el formato de la cumbre es muy importante, pero sitúa en el mismo plano la opinión de la UE y de los países del G-20.

Además, no duda del apoyo de Sarkozy a su pretensión, porque lo ha manifestado tanto públicamente como en privado.

Ante quienes insinúan que su mala relación con Bush haya podido tener que ver con que España no haya sido invitada a la reunión, Zapatero resalta que cuando el presidente del Gobierno de España era José María Aznar el país nunca participó en ninguna reunión del G-8 o del G-20. "Grandes amistades hubo y fíjese para que sirvieron", ironiza al recordar la relación que unió a Aznar con Bush.

Zapatero insiste en que el Gobierno está trabajando "no porque tenga más o menos ganas estar en uno u otro cónclave", sino porque considera que en un momento de tal envergadura, España, como octava potencia del mundo, por la solvencia de su sistema financiero y por su nivel de inversión en el exterior, debe aportar su visión.

"Nosotros queremos aportar, no queremos ir por estar; queremos ir para cambiar las cosas y que los ciudadanos de mi país y de otros sepan que hay gobierno dispuestos a no consentir tanta avaricia", recalca.