La campaña es como uno de esos noviazgos apasionados, pródigos en promesas y transportes amorosos; palabras y gestos que se diluirán inevitablemente en la posterior rutina matrimonial. Aznar y Rajoy tienen la ventaja de que festejan a cuatro manos con el elector: el primero asusta y el segundo convence (o por lo menos lo intenta). Ellos, como Zapatero y los candidatos principales de la práctica totalidad de las coaliciones y partidos, ofrecen todo tipo de maravillas, algunas inverosímiles, otras de obligado cumplimiento (aunque nadie las haya cumplido hasta ahora) y algunas más simplemente incomprensibles. Hasta dónde llegan estos días las promesas, que CiU aseguró ayer que, si su concurso le es imprescindible al PP para gobernar, exigirá previamente a los jefes conservadores que den cumplidas explicaciones sobre lo habido y no habido en esa cada vez más espantosa e incierta guerra de Irak. Tal cual.

Un viejo chiste sobre los politiqueos de siempre cuenta que un candidato llega a un pueblo prometiendo grandes cosas a sus habitantes. "... ¡Además os construiremos un puente!", acaba su entusiasmada perorata. La gente se queda estupefacta y el más atrevido de la concurrencia replica: "¡Pero, hombre, para qué queremos un puente, si aquí no hay río". Y sin inmutarse el atrevido candidato zanja la cuestión: "Entonces más motivo para votarnos... ¡Porque también os haremos el río!".

Promesas de ambos

Esta broma ya no lo es tal. Con el PHN encima de la mesa, los ríos y los pantanos van que vuelan y cae una granizada de primeras piedras. Pero hay más, mucho más. Ayer, en la misma capital de España y de forma casi simultánea, Rajoy y Zapatero volcaron sus promesas: el primero a los discapacitados, el segundo a la ciudadanía preocupada por los asuntos medioambientales.

El candidato del PP aseguró que, si gobierna, promoverá leyes y medidas para la integración de los minusválidos y anunció futuras ayudas y mejoras fiscales para sus familias; lo cual no es precisamente lo que ha hecho el Gobierno del PP en las últimas semanas, cuando recortó por incompatibles algunas de las microscópicas ayudas que reciben los discapacitados y los parientes que les cuidan. Claro que también se ha oído a otros candidatos populares decir que su partido tiene un plan para construir viviendas protegidas y sociales por cientos de miles y crear una entidad destinada a gestionar el suelo público urbanizable; sin embargo, lo habido en los últimos ocho años es más bien una caída vertiginosa de la VPO y una subasta de cada solar propiedad de cualesquiera administraciones de este Estado Inmobiliario . Bien se ve que una cosa es predicar y otra dar trigo.

Mientras, el presidenciable socialista se ponía su traje verde (dicho sea en sentido metafórico) para defender la biodiversidad, aplicar el protocolo de Kyoto y proponer el control público del agua mediante la reforma de las Confederaciones Hidrográficas. "Llevaremos agua donde sea necesario", afirmó. Se refería a la que puede extraerse del mar mediante desaladoras; no a la del Ebro. Por la tarde, en Murcia, donde el PP machaca prometiendo el trasvase de dicho río, el líder del PSOE estuvo habilidoso en el regate: "Con el PHN no hay ni una gota más, sólo hectolitros de engaño".

De dineros y desafíos

Y durante la larga jornada todavía se oyó a los candidatos de Coalición Canaria advertir, muy seguros de sí mismos, que cuando el PP les necesite otra vez le exigirán una renegociación de las partidas que el Gobierno central destina a la sanidad pública de su archipiélago. Quieren más dinero, naturalmente. En tal caso (que bien pudiera darse), ¿sería ese reajuste financiero un ejemplo de la España cohesionada en la que todos las comunidades son y deben ser iguales?, ¿o una aplicación del principio de solidaridad, según el cual siempre hay unos territorios que son más iguales que otros?

Así se pasó el día. Bajó el paro, subió la bolsa, se vendieron coches a tutiplén, casi nadie se acordó del protocolo de Kyoto y aunque en Irak hubo una terrible carnicería que amenaza con ser un paso más hacia la guerra civil, la campaña electoral siguió sin sobresaltos. Lo mejor, el debate de Rajoy y Zapatero (o sea, de sus guiñoles) en Canal+. Lo más torero, el desafío de Llamazares: "No tenemos miedo ni al PSOE ni al PP. El día 15 IU tendrá un papel decisivo". Pues vale.