Nacido en Sevilla hace 25 años y con vínculos extremeños, Albertucho, compositor y músico aglutinador de tendencias hasta encontrar su sitio en una fusión muy personal, firma hoy, a las 18.00 horas en El Corte Inglés, ejemplares de su nuevo disco, 'Alegría'. Autor de canciones con letras que expresan su forma de pensar el mundo, evoluciona hacia un mestizaje de estilos que conforman el paisaje de su experiencia musical, abierta y heterodoxa.

--¿Qué ingredientes componen 'Alegría', que acaba de poner a disposición del público?

--Más que nada el sonido folk, que es el estilo de lo que hago y se ve en mis cinco discos. Lo hemos vestido más a la manera americana con mucha música, guitarra, blues, country, pero desde mi prisma andaluz, con ese sabor que desprende mi música, porque no se puede negar de donde uno es. Y hay parte del rock urbano que contagia a los chavales. Con el rollo de Extremoduro, siendo niños, aprendemos que se pueden decir cosas claras, salvajes y muy poéticas. Nos ha marcado mucho el carácter poético de algunos grupos de rock urbano.

--¿"Los sueños son verdades sin filtro ni represión"... Es muy psicoanálisis. Sus letras tienen un componente próximo a la poesía como fenómeno urbano y callejero. ¿Qué base literaria tienen las canciones?

--Me gusta cuidar las letras, y leer; me interesa la literatura. Hay humor y sátira, pero siempre respeto a la literatura. Me gusta el preciosismo a la hora de escribir. A mí la palabra poeta me resulta demasiado grande, los hay tan buenos de todos los tiempos, que presentarte como poeta me resulta pedante. Yo soy escritor de canciones. Como decía Bukovski: me cae mal la gente que escribe, todo el día mirándose el ombligo.

--¿Refleja su música una trayectoria de fusión, en su caso del flamenco y la rumba al rock de autor, pasando por el folk y el fenómeno 'indie'? ¿Bebe de muchas fuentes?

--Las influencias son muchas, escuchas música de todos los estilos, aunque hay diferencias entre lo que te empuja a escribir y lo que haces. Escucho a Serrat, Dylan, Extremoduro, country americano, rock, aunque el rock no es nuestro, pero en mi generación ya había grupos muy buenos, desde que entró el primer disco de Jimi Hendrix, hasta hoy, pasando por King Crimson y Triana.

--¿Qué ha cambiado en el mundo y en su evolución personal desde su primer disco, 'Que se callen los profetas'?

--Tenía 17 años cuando lo grabé y la vida me ha ido enseñando. Está mi pasión por escribir canciones, con ese punto de variedad que te da el tiempo y que te abre la mente. La escritura forma parte de mi vida, desde que me levanto por la mañana, escribir es algo que está ahí y, aunque tú no quieras, vas aprendiendo. La inquietud te hace aprender. Cuando empecé, vivía un poco en una nube; me acuerdo de la caída de las torres gemelas... El mundo, como siempre, es precioso y asqueroso; es una pena que pasen tantas cosas malas y que estemos sufriendo por culpa del capitalismo. Pero ahí están las urnas. Hay una masa que no tiene una forma clara de pensar y la vida está estafada por un ideal político que no es real, porque la realidad no la marcan las personas, la marca el dinero.

--El fenómeno fans parece tenerlo muy en cuenta en internet y las redes sociales. ¿Cómo alimenta esa relación?

--Siempre he sido un negado para las tecnologías, pero me he puesto las pilas con twitter y otras redes. Me vale para estar presente y a ellos les hace ilusión. Si hay una frase que me gusta de una canción, la pongo en twitter y la gente responde, y me dicen que les parece. Hay comunicación.

--¿En qué momento se vive como un músico que llega a ese mundo con intención de quedarse?

-- Empecé muy chico y no eres consciente de tu propia realidad, de que grabas con la Warner pero luego te das cuenta que es una profesión, una forma de artesanía y que te lo tienes que currar, pero componer forma parte de mi vida. Cantar a la gente se convierte en una terapia de vida; si haces que la gente se sienta bien, has ganado; y si no, pues para ti se queda.

--Cuando sacó su primer disco dijo que su objetivo era hacer buena música. ¿Lo es 'Alegría'?

-- Por supuesto, sin duda. Tiene una calidad instrumental, he cuidado mucho las letras; nunca he metido tantas pistas de música, es un disco que se debe escuchar con cascos, que tiene mucha sinceridad.

--Ha llegado con su música a Latinoamérica y parece tener una buena respuesta. ¿Se plantea cruzar el Atlántico para hacer gira?

-- Fui a México de gira, tocando en locales para cantautores y hablamos el mismo idioma. Quiero ir a Argentina, a Chile, y sé que hay gente que quiere oir mis canciones. Pero hay que plantearlo bien

--Cuando acude a una firma de discos, como ahora en Badajoz, ¿Qué espera del público y éste de usted? ¿Es promoción o comunicación?

-- La promoción es necesaria, pero intento dar un poco de espíritu; somos gente caliente. Lo hago siempre con cariño y con ganas, porque es tu vida y lo haces con ilusión. Y a la gente que se molesta para ir a comprar tu disco hay que tratarla 'gloria bendita', si no, es que eres un mal nacido. Hay artistas que van de sobrado; yo no entiendo eso.

--¿Tiene previsto conciertos en Extremadura?

-- La gira comienza en febrero. En la firma de discos tocaré algunos temas, y en febrero o enero empezaremos a dar fechas. Quien quiera ir a un concierto se va a enterar.

--¿Se ha planteado un proyecto musical con textos de un poeta, ajeno a usted, claro?

-- Alguna vez he musicado alguna poesía pero me la quedo para mí. Algo de Lorca, Bukovski, pero no he sacado nunca nada. Lo hago por divertirme más que nada.

--¿Un mensaje a sus seguidores.

-- Que 'Alegría' se merece una oportunidad, es un disco bonito en el mejor sentido de la palabra --porque hay cosas bonitas que son bastante feas--. Hay muchas canciones que tienen un discurso preciosista pero al final no dicen nada y de eso está llena la música comercial de este país. Empiezo a aborrecer canciones de amor, no las escribo ya. 'Alegría' es un buen trabajo.