--Medea es una símbolo del festival, ¿qué supone ponerse en la piel de este personaje?

--Hacer exactamente un personaje femenino paradigmático, el que todas las actrices querrían hacer. Me enfrento a este personaje de la manera más inocente, humilde y torpe, sin saber nada. Me voy llenando y aprendiendo no solo del personaje, sino de muchas cosas, por la suerte de poder interpretar.

--¿Qué va a tener de especial la Medea de Ana Belén?

--Pues todas las vertientes de esta Medea, que es un personaje que tiene muchas aristas. Medea no es una mala sin más.

--¿Se siente cómoda interpretando papeles trágicos?

--Sí me siento cómoda, al menos en el momento que decido implicarme en un proyecto. Si quisiera sentirme cómoda probablemente no me dedicaba a esta profesión, pero cuando yo me implico, me implico a fondo y hasta hago el pino.

--¿Cómo ha sido volver a trabajar con José Carlos Plaza, su director en Fedra y Electra ?

--Estupendo, porque llevamos muchos años trabajando juntos y colaborando. José Carlos defiende por encima de todo al actor, le mima, le ama y le cuida. Es una maravilla trabajar con él porque se entrega absolutamente a todos. No hay ningún niño mimado en este montaje.

--¿Qué le aporta el teatro?

--Me aporta conocimiento y saber, aparte de un placer inmenso por el hecho de poder convertirme en miles de personas que de otro modo no tendría posibilidad. Me aporta conocer de todo, del ser humano, de sus pasiones, de sus miserias.

--Cuando se sube a las tablas milenarias del Teatro Romano de Mérida, ¿qué siente?

--Mucha emoción, porque en el teatro romano hay diferentes energías y todas son buenísimas. Cada uno de los actores y actrices que han pasado por ahí han ido dejando su pequeña marquita, que al final están por ahí aunque no las veas y lo sientes. No lo ves como algo pesado, sino todo lo contrario, como algo positivo.