"Se supone que no puedo hablar de ello", avisaba Salman Rushdie al entrevistador hace unos días en el Festival de Toronto (allí acudió para presentar la adaptación al cine de Hijos de la medianoche , la novela que lo hizo famoso) al ser preguntado por su nuevo libro, Joseph Anton (Mondadori), que hoy llega a las librerías simultáneamente en su versión original inglesa y en su traducción al castellano. Afortunadamente, acabó hablando de él.

--¿Por qué decidió escribir Joseph Anton ?

--Mi primera reacción cuando me propusieron hacerlo fue decir que no. No sé, me hice escritor para escribir no sobre mí mismo sino sobre los demás. Además, pasé por la experiencia de la fatua y luego mi idea era pasar página, no volver atrás y revivirla. Pero, dado que durante mucho tiempo hubo muchas cosas de las que no podía hablar, porque hacerlo conllevaba cierto peligro, ahora es un alivio poder decir: esto es lo que sucedió, y hacerlo desde la distancia que dan 23 años. No quise que el libro se percibiera como una confesión o un diario personal, o un episodio operístico, sino como uno más de mis libros. Siento como si me hubiera quitado un peso de encima. En el futuro, si alguien me pregunta por mi pasado, les puedo decir simplemente que lean el libro.

--¿Cómo afectó la fatua a su carrera literaria?

--No lo hizo. Si no supieras nada de mi vida, si solo tuvieras información sobre mí leyendo mis libros, no percibirías que algo extraño sucedió en 1989, no hay una ruptura o un punto de inflexión en mi literatura. Los libros tienen su propia continuidad, su propia vida. Afortunadamente.

--Pero creó muchos prejuicios sobre usted entre la gente que no había leído sus libros.

--Eso sí. Dado que lo que me sucedió no fue nada gracioso, se asumió que yo no soy gracioso. Se asumió que porque los motivos de los ataques a mi libro eran oscuros y religiosos, mis libros deben ser oscuros y religiosos. He escrito el libro, para acabar con esa distorsión.

--¿Cómo recuerda esos años?

--Fueron horribles y aterradores, y, dado que escribí el libro, me sentí responsable del temor que provocó a las personas que me importan. Mi madre vivía en Pakistán en aquel momento. Varias personas que me importaban fueron asesinadas. Un escritor no debería ser asesinado por aquello que escribe. Aunque se me ocurren unas cuantas excepciones...

--¿Todavía tiene usted miedo?

--No, ya no. Han pasado 10 años y medio desde la última vez que se me pidió que tuviera cautela. He estado viviendo en ciudades como Londres y Nueva York y he llevado una vida absolutamente normal. Vivimos en unos tiempos de terror y la gente tiene miedo de tocar ciertos asuntos porque le asusta que haya posibles represalias. Yo soy escritor. Escribo libros. No tengo que estar de acuerdo con lo que usted ni nadie dice para defender su derecho a decirlo. Si no decimos lo que pensamos, entonces nos estamos autocensurando, y eso es signo de cobardía.

--¿Su relación con el Islam?

--Pienso que es necesario reformar las sociedades islámicas. No es posible tener estados modernos basados en ideas que son anticuadas desde hace mil años. Si no empiezan a adaptarse al mundo, seguirán siendo económicamente pobres e incompetentes y autoritarios. Debemos apoyar la manera moderna y positiva de ser musulmán que la primavera árabe encarna, y ser críticos con ese otro Islam tiránico, despótico y medieval que sigue en el poder en muchos lugares.