Molesto pero educado, Francisco Javier M. G., se acogió ayer a su derecho a no declarar. El acusado, que debe responder por atacar la vivienda en Barcelona de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín con una garrafa de gasolina y un cóctel molotov el 13 de septiembre del 2008 a las cinco de la madrugada, solo utilizó el último turno de palabra para decir: "No soy culpable. No haría algo así a una persona tan notoria y a la que le tengo tanto cariño".

La fiscalía solicitó para él ocho años de internamiento en un psiquiátrico porque cuando ocurrió el suceso padecía una esquizofrenia paranoide crónica que le anulaba su capacidad volitiva y cognitiva. "Ahora me encuentro con mis capacidades normales y renuncio a mi abogado, a que se aplace el juicio y a que se acuerde mi libertad", pidió Francisco Javier M. G., que está en prisión. El tribunal rechazó sus pretensiones.

La acusación sostiene que el acusado lanzó contra la casa de los duques de Palma la garrafa con gasolina. Después tiró el cóctel molotov. Un policía intentó detener al imputado, que logró huir. Los testigos lo identificaron ayer.