Pasadas las siete de la tarde, tras un interrogatorio de 10 horas, ayer Angel Acebes bajó del estrado relajado y satisfecho. En la comparecencia más larga de la democracia española, el exministro del Interior esquivó preguntas y repartió reproches desde lo alto de la tarima donde los interrogados se sientan, paradójicamente, por encima de los interrogadores. Lejos de sentarse en el banquillo de los acusado, Acebes y Eduardo Zaplana gozaron desde su altar de una incomprensible primacía sobre los parlamentarios que investigan los sucesos del 11-M.

El Acebes que ayer acudió al Congreso nada tuvo que ver con aquel ministro titubeante que del 11 al 13 de marzo dosificó la información ante la opinión pública hasta verse forzado a admitir, pocas horas antes de que se abriesen las urnas, que la matanza de Madrid no era obra de ETA, sino del terrorismo islamista. Transcurridos cuatro meses y medio, ayer Acebes se erigió en juez inquisidor y, clavando su mirada en los bancos ocupados por los parlamentarios de izquierda, clamó sin rubor: "Y ahora pregunto yo, junto a millones de españoles, ¿quién ha sido, señorías?"

La escenografía propicia, junto a la clac de diputados populares que los jaleaban, contribuyó a alimentar la osadía de Eduardo Zaplana y Angel Acebes. El extitular de Interior no dudó en contradecir a los mandos policiales que han desfilado durante estos días por la comisión parlamentaria, e incluso llegó a sugerir que alguno de ellos pudo faltar a la verdad.

"Esta es la verdad"

Con aplomo, Angel Acebes negó que la pista islamista tomase cuerpo mucho antes de que él lo admitiera --tal como han atestiguado en el estrado policías y guardias civiles--, mantuvo que ETA pudo haber participado en la masacre y hasta hostigó a aquellos diputados que se atrevieron a presionarle. "Esta es la verdad, no una versión", manifestó de forma desafiante.