José María Aznar celebró ayer el vigésimo aniversario de su ascenso a la presidencia del PP (para serlo de España tuvo que esperar seis años más) con un discurso trufado de elogios a su propia trayectoria política, pero, sobre todo, con un par de advertencias a Mariano Rajoy para que salga ileso del zarzal del caso Gürtel. "Los españoles no entenderían que el PP dejase de ser incompatible con la corrupción", avisó Aznar. Fue un discurso ante quienes hace 20 años fueron los miembros de su primera ejecutiva. Y fue en la misma ciudad, Sevilla, donde se celebró aquel congreso de renovación popular. A ese cónclave se remontó el expresidente del Gobierno y presidente de honor del PP en una velada comparación entre el equipo que formó él en 1990 y la actual cúpula del partido. "El PP que surgió del congreso de Sevilla fue implacable contra la corrupción, y creo que nuestros militantes nos exigen que así siga siendo". Ayer, y hace 20 años, Rajoy estuvo en Sevilla para escuchar a Aznar.

Ambos políticos se conjuraron para que en el seno del PP no vuelvan a destaparse conductas corruptas como la que, presuntamente, según la investigación del caso Gürtel, cometió el dimitido Luis Bárcenas. Aznar había convocado a su primera ejecutiva a una foto de familia a la vera del río Guadalquivir, con la Torre del Oro al fondo, y a un almuerzo en el mismo restaurante en el que cenaron dos décadas atrás una vez terminado el congreso hispalense. Pero la actualidad reciente en el PP se llevó por delante todo el simbolismo.

Aznar se refirió de lleno al presente cuando se dirigió en pasado a los presentes: "Quiero agradeceros vuestro apoyo en la determinación política de demostrar a los españoles que el PP era, y debe seguir siendo, incompatible con la corrupción. Estoy seguro de que compartís conmigo la convicción de que la buena política es siempre una política ética. Y que la mala política desprecia los límites éticos. Por eso, debemos estar siempre alerta, no restar nunca valor a la honradez y no tolerar ni minimizar la corrupción".

EN EL MOMENTO JUSTO La receta del presidente de honor llegó en el momento justo. Después de que el amparo inicial de Rajoy a Bárcenas provocase nerviosismo en las filas populares. Y el día en que ambos pactaron los términos de la dimisión del extesorero del PP. No lo citó, pero a Aznar solo le faltó poner como ejemplo su labor de limpieza interna con el caso Naseiro.

El resto del discurso del expresidente del Gobierno, además de los agradecimientos a su primer equipo por los servicios prestados, no defraudó las expectativas. Incluyó ataques al PSOE, de entonces y de ahora. Mirando al futuro, pero recordando siempre el pasado, Aznar alentó al Partido Popular a mantener la convicción y la determinación de 1990, y a lograr una voluntad mayor "que la de aquellos que ponen en cuestión el país o que, incluso, quieren destruirlo". José María Aznar también acusó al socialismo de pretender "ser hegemónico y aplastar todo lo que pudiera convertirse en alternativa de gobierno".