José María Aznar evitó saludar ayer a los dirigentes del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, y de IU, Gaspar Llamazares, en el funeral por el comandante de la Guardia Civil Gonzalo Pérez García, gravemente herido el 22 de enero en Irak y fallecido el miércoles. Se trata de 13 víctima española del conflicto iraquí.

El presidente llegó desde Bruselas a tiempo de presidir la ceremonia. Ni a su llegada al patio de armas de la dirección general del Instituto Armado, donde todos le esperaban en formación, ni al finalizar el acto saludó a los representantes de la oposición, que reclama una investigación sobre las mentiras de la guerra.

Antes del funeral, los ministros Federico Trillo y Angel Acebes elogiaron las virtudes del comandante muerto. El vicepresidente primero, Rodrigo Rato, que visitó la capilla ardiente pero no asistió al funeral, vinculó "su sacrificio" a la convicción del Gobierno de que "el terrorismo internacional es una amenaza en todos los lugares". El arzobispo castrense, Francisco Pérez González, evitó usar el término "terrorismo" en su homilía, en la que destacó la labor del finado en Irak en defensa de la "paz y de la seguridad de todos".

MEDALLAS Tras el acto religioso, Aznar entregó a la viuda la cruz de oro al mérito de la Guardia Civil y la gran cruz al mérito militar con distintivo amarillo. La mujer recogió las condecoraciones otorgadas a su exmarido a título póstumo sin levantarse de la silla ni soltar la mano de la menor de sus tres hijas, que fue besada por Aznar. Junto a ella, estaban la madre y los ocho hermanos del finado, que recibió sepultura a primera hora de la tarde en Navahermosa (Toledo).