Afirmar que José Luis Rodríguez Zapatero tiene depositada una gran confianza en José Blanco es una obviedad. No en vano lo puso al frente de la maquinaria del partido, en calidad de secretario de organización, desde el momento en que hubo que construir un nuevo aparato sobre las ruinas del anterior. En la reunión del comité federal, el líder socialista reforzó aun más el papel de Blanco al encargarle la ardua tarea de tejer los acuerdos parlamentarios necesarios para garantizar la investidura del presidente y afianzar la estabilidad en la próxima legislatura.

Otro triunfador de la jornada fue Patxi López, líder de los socialistas vascos, a quien Zapatero exaltó por los resultados electorales en Euskadi. Ahora hay que esperar si otra figura del socialismo vasco, Ramón Jáuregui, hasta ahora portavoz del PSOE en la comisión constitucional del Congreso y al que algunas quinielas apuntan como futuro portavoz en el Congreso, recibe el mismo honor a la hora del reparto de ministerios.

De momento, todo son conjeturas. Los valores en alza en el partido evitan opinar ante los periodistas sobre su futuro, por temor a que alguna palabra mal dicha les perjudique. En campaña, Zapatero confirmó a cinco personas en sus cargos: Pedro Solbes y María Teresa Fernández de la Vega; los ministros Bernat Soria y César Antonio Molina, y la secretaria de Estado de Cooperación, Leire Pajín.