Sin apenas dar tiempo a que se escuchara la voz de las víctimas reunidas el domingo en San Sebastián y en víspera del encuentro, hoy, entre el lendakari y el presidente del Gobierno, ETA volvió a dejar su marca en forma de coche bomba. La banda empleó en la madrugada de ayer 60 kilos de un potente explosivo, posiblemente amonal reforzado, contra el Club Marítimo de Getxo (Vizcaya).

El fin era amenazar a los empresarios y la clase política que frecuentan el local, pero también demostrar su fuerza solo cinco días después de matar a un guardia civil. Al parecer, y a falta de confirmación oficial, robaron el coche la noche anterior en Getxo, lo que manifiesta que ETA dispone de una completa infraestructura capaz de preparar un atentado en pocas horas.

De confirmarse este extremo, fuentes de la lucha antiterrorista barajan dos hipótesis: o bien la banda confeccionó la bomba en Francia y el comando encargado del atentado terminó el montaje, o bien el comando o complejo Vizcaya ha adquirido tal capacidad que puede confeccionar los artefactos en España.

Dichas fuentes explican que, casi con total seguridad, el objetivo estaba decidido previamente. Asimismo, conjeturan que el talde de apoyo encargado de robar los vehículos tenía la furgoneta, una Citroën Berlingo, vigilada, pero subrayan el hecho de que ETA sea capaz de terminar de ensamblar la bomba y llevar a cabo el atentado con gran rapidez. Sus últimas acciones, según los expertos, evidencian que la banda no está tan débil.

Según testigos presenciales, dos encapuchados dejaron sobre las cero horas la furgoneta ante el club, en un punto que no controlan las cámaras de seguridad. El aviso previo permitió desalojar a los vecinos. En el interior solo estaban un vigilante y un socio, que lo abandonaron antes de la explosión, 10 minutos antes de la una de la madrugada.

El consejero vasco de Interior, Javier Balza, admitió que la estructura de ETA en Vizcaya, responsable de la mayor parte de los ataques, dispone de una "importante red" de legales (no fichados) que se mueven con mucha facilidad. Balza detalló que la bomba estaba compuesta por 60 kilos de explosivo "direccionados" hacia el club. De hecho, no quedó ni un solo cristal entero y los daños en los edificios colindantes fueron cuantiosos. La detonación se escuchó en tres kilómetros y en el suelo se produjo un cráter de dos metros de diámetro y 30 centímetros de profundidad.

AMONITOL Balza precisó que el explosivo era semejante al almacenado en un barril localizado el 31 de marzo en el barrio getxotarra de Andra Mari. El barril tenía amonitol, un explosivo muy potente, si bien la proporción no era la correcta. Fuentes de la lucha anti-ETA mostraron su extrañeza ante el uso de este explosivo, ya que se pueden usar artefactos más convencionales.