Era el único miembro de la izquierda aberzale que citaba en público y con soltura a los clásicos de la tauromaquia y el único capaz de recordar que la cabeza de toro disecada que adornaba la carnicería donde su madre hacía la compra, en Amorebieta, era un trofeo del maestro Matías Lecumberri.

"La lucha por el pueblo vasco", en palabras suyas, y la afición por los toros siempre fueron juntas en Jon Idigoras. Nacido el 3 de mayo de 1936 en la localidad vizcaína de Zornotza (Amorebieta), hizo sus pinitos como Morenito del Alto . Quizá porque siempre reconoció que quiso ser torero antes que metalúrgico, Idigoras fue un personaje muy singular en el mundo aberzale.

Fue el rostro y la voz de Herri Batasuna en los años 80. Formó parte de la conocida como Mesa de Alsasua, el antecedente de HB, y estuvo en el origen del sindicato aberzale LAB.

Empleado en la naviera Izar, la militancia en el movimiento obrero le llevó a la cárcel y al exilio. Fue en 1976 cuando regresó a su pueblo y se enroló en la actividad política con papel protagonista como dirigente de HB.

Parlamentario vasco en la primera y segunda legislaturas, desde 1980 hasta 1986, nunca intervino en la tribuna de oradores. También salió elegido diputado al Congreso por Vizcaya en tres ocasiones y llegó a ser recibido en la Zarzuela, dentro de la ronda que Juan Carlos hace con los portavoces de los grupos.

Fue uno de los heridos en el atentado del Hotel Alcalá de Madrid el 20 de noviembre de 1989, cuando varios ultras dispararon contra los diputados de Batasuna que habían acudido al Congreso para recoger sus credenciales. En el atentado fue asesinado Josu Muguruza.

El sentido del humor de Idigoras era muy celebrado entre los suyos. Pero pocos rieron cuando se atrevió a decir en público que los "atentados de ETA perjudicaban" los resultados electorales de HB. Desde entonces, ya nada sería igual. La renovación de la cúpula con la llegada de jóvenes forjados en los grupos más radicales fue desplazando poco a poco al veterano Idigoras. Curtido en mil lances, recaló en la cárcel cuando el juez Baltasar Garzón procesó a toda la Mesa Nacional en 1996 a cuenta de la cesión de espacios electorales a ETA.

Salió de la cárcel en 1998 antes que sus compañeros debido a la grave enfermedad respiratoria que padecía desde hace años. En la celda número 9 de la enfermaría de la prisión de Alcalá-Meco comenzó a escribir sus memorias, tituladas El hijo de Juanita Gerrikabeitia . Las terminó acusando de todos los males de Euskadi al "nacionalismo español orgulloso y prepotente" y con esta reivindicación: "Los vascos sólo queremos que, por la fuerza de la razón democrática y la voluntad mayoritaria de este pueblo, nos dejéis en paz elegir nuestro futuro".