ETA volvió a encajar ayer un golpe policial, después de que agentes de la Guardia Civil detuvieran a dos presuntos terroristas en Arrasate (Guipúzcoa) en un control de carreteras. Los dos jóvenes son Igor Portu Jaurarena y Martín Sarasola, de 29 y 30 años, ambos vecinos de la localidad navarra de Lesaka, y se trataría de miembros legales de la banda, es decir, no fichados por las Fuerzas de Seguridad. En el momento de la detención portaban dos revólveres envueltos en papel plástico tipo celofán, que habrían recibido recientemente.

Su captura podría estar relacionada con la del presunto miembro de ETA Gorka Lupiañez Mintegi, arrestado también por la Guardia Civil hace un mes en Berriz (Vizcaya). Lupiañez era un liberado de la banda (a sueldo de los terroristas) y la policía cree que podría estar integrado en el comando Vizcaya.

Las detenciones de ayer se produjeron en torno a las 13 horas, durante un dispositivo de control establecido por los GAR, los Grupos de Acción Rural de la Guardia Civil, en una carretera cercana a Arrasate. Fuentes del Instituto Armado informaron de que fue fruto de las medidas de reforzamiento de los controles de seguridad que se han practicado a lo largo de diciembre en esa zona guipuzcoana.

La localización de estos dos presuntos miembros de ETA se produjo el día después de que la banda transmitiera, a través de una entrevista publicada en el diario Gara, que está preparada para "largos años de conflicto" contra el Estado español hasta la consecución de un Estado vasco independiente. Sus amenazas iban especialmente dirigidas a las Fuerzas de Seguridad del Estado: "Actuaremos contra los aparatos represivos que vayan a la caza de gudaris soldados o ciudadanos vascos".

VULNERABILIDAD Esta nueva acción policial certifica la vulnerabilidad de ETA tras la ruptura del alto el fuego el pasado junio, con una treintena de activistas detenidos en España y Francia. Los éxitos policiales se han multiplicado después del verano; así, en octubre, la policía, en colaboración con los servicios policiales franceses, detuvo a cuatro presuntos miembros de ETA en Francia, que habían participado en algunos de los últimos atentados de envergadura. Ante esta presión, la organización terrorista ha logrado perpetrar varias acciones, en su mayoría mediante la colocación de bombas contra edificios, pero su nivel operativo se ha resentido frente a la coordinación incrementada de los gobiernos de Madrid y París.

La detención de dos miembros no fichados por la Policía supone un golpe especialmente fuerte para ETA, ya que estos son los activistas encargados de las acciones de mayor entidad.