Han pasado 25 años, pero no han podido olvidar el rostro de ese militar con cara de ángel que tenía su destino en sus manos. Los argentinos Carlos Lordkipanidse, Susana Leirache, su esposo, Osvaldo Barros, y Cristina Cozzi declararon ayer ante el juez Baltasar Garzón en el proceso que tramita contra uno de sus verdugos: Ricardo Cavallo. "El peor de los delincuentes", según Lordkipanidse.

Todos ellos fueron secuestrados y torturados en la Escuela de Mecánica de la Armada de Buenos Aires (la siniestra Esma) en 1979. Ayer no dudaron en identificar a Cavallo como el responsable del sector de la pecera . "Allí todo era transparente y te exhibían como un trofeo", recuerda Leirache.

El militar, extraditado por México para ser juzgado en nuestro país por genocidio y terrorismo, tenía en esas fechas 28 años. Era "un tipo muy duro, frío, adusto y de pocas palabras", recuerda Barros.

LA LIBERACION

"La primera persona que vi después de que me quitaran la capucha tras siete días de absoluta oscuridad fue a Cavallo. Me explicó cómo iba a ser mi proceso de recuperación ", evoca Cozzi.

Cavallo se encargaba de comunicar a los detenidos su liberación tras sus meses de tormento. "Mi marido y yo le vimos en la pecera y nos dijo: Se van", relata Leirache. Norma Cozzi también vivió esa experiencia: Cavallo "era uno de los responsables del destino final de los presos".

Los recuerdos de Lordkipanidse son más difíciles de superar. Aún le cuesta retener las lágrimas cuando rememora su relación con el torturador. "Estaba en una habitación y entró Cavallo. Pensó que allí había otra persona y me pidió una Coca-Cola. Yo le contesté que no tenía y se marchó. Continuó torturando a Telma Jara. Oí sus gritos y la vi muy deteriorada. Casi no podía caminar". A sus 70 años, Telma, tía de Cozzi, no ha podido viajar a España por su delicado estado de salud a consecuencia de las torturas.

Lordkipanidse todavía se estremece cuando narra cómo sabía que estaban siendo torturados, con descargas eléctricas, otros detenidos. "En la habitación donde estaba había una televisión con el máximo volumen y cada vez que hacían descargas la pantalla quedaba reducida a una línea", rememora.

UN PROCESO NECESARIO

Los testigos reconocen que revivir esos meses de tortura y vejaciones es "muy duro", pero lo hacen porque "es necesario". Todos ellos son conscientes de que han sobrevivido y tienen el deber de "trasmitir esta historia". Barros explica que junto a él y su esposa fueron detenidas otras 15 personas. "Sólo sobrevivimos cinco", asegura Barros con un hilo de voz.

Por ello, agradecen al juez español de la Audiencia Nacional que instruya este proceso. "Nos asombra y nos reconforta", explica Leirache. Cozzi comparte esos sentimientos "más allá del resultado final". Y es que estos testigos observan con escepticismo los cambios políticos de Argentina. "En mi país, las cosas todavía no están claras. Prefiero que se les juzgue aquí, aunque ojalá me tenga que desdecir", agrega Cozzi.