El presidente de la Junta de Extremadura, en entrevista a El Periódico de Catalunya, reflexiona sobre el Estado de las autonomías y las recientes propuestas del líder del PSC, Pasqual Maragall, en torno a un nuevo Estatuto para Cataluña.

¿Qué le dijo Pasqual Maragall para convencerle de que Cataluña necesita un nuevo estatuto?

-- Tuvimos una reunión convocada por el secretario general del PSOE para reflexionar sobre la posibilidad de hacer lecturas nuevas de la Constitución y trasladar estas reformas a los estatutos de autonomía de toda España. La reflexión es positiva. Veinticinco años después tenemos un Estado formado por 17 autonomías que necesitan un sistema de relaciones.

¿Se refiere al Senado?

-- En un Estado descentralizado hace falta un Senado que haga otra función. Hay conceptos que la Constitución no recoge, como el de privacidad, la participación de las autonomías en la comunidad europea, o la articulación de la justicia, porque los tribunales superiores de justicia siguen haciendo la misma función que en el año 1978. Pero no es por debilitar al Estado, como cree José María Aznar.

O sea, que hay que cambiar la Constitución

-- Siempre que no se ponga en peligro la unidad de España. La gente tiene derecho a sentirse español como le dé la gana. Esto es lo que no entiende Aznar, que saca el españolímetro y decide quién es español y quién no. Es muy doloroso para nacionalistas y socialistas que haya gente que no quería la Constitución y nos vaya dando lecciones de lo que hay que hacer con ella.

Maragall sí pide más competencias.

-- Con Maragall hemos quedado en que todo es discutible menos la cohesión de España. Es decir, el título octavo de la Constitución y la caja única de la Seguridad Social.

Maragall también es partidario de que la Constitución concrete qué comunidades son naciones y cuáles son regiones, ¿qué opina?

--Bien. Eso no rompe la unidad de España. Si alguien se siente mejor así, me parece bien.

No lo considera un capricho

--No, porque cada situación es distinta. Yo no necesito policía autonómica, pero si los catalanes se sienten mejor con los Mossos d´Esquadra para qué se lo voy a negar. Y si Maragall quiere que Cataluña figure en la Constitución, tampoco se lo voy a negar. Ahora, Maragall no se niega a que figure también Extremadura. Los nacionalistas no, siempre quieren modificaciones en las que estén solos, para diferenciarse. Maragall no tiene inconveniente en que los demás pidan lo mismo. Pero al menos yo no soy mimético.

¿Zapatero y usted confían en que una vez en el Gobierno cuestiones como el Estatuto catalán y las selecciones deportivas no sean una prioridad para Maragall?

-- Sin duda no serán una prioridad. Pueden ser un instrumento más para cohesionar a la gente, pero al final la gente no vive de selecciones de fútbol, la gente vive del desarrollo.

Por primera vez le han invitado a la campaña catalana.

-- Eso me alegra mucho, porque hay 200.000 extremeños en Cataluña muy integrados y que se sentirán muy felices si aparezco por allí. Esos extremeños creen que podrían votar a un presidente que puede arreglarles mejor las cosas en Cataluña, pero también se preocupa por sus lugares de origen. Creo que la clave de la campaña de Maragall es que le voten los extremeños que viven en Cataluña. Son una parte importante de los 500.000 votantes del PSOE que se abstienen en las catalanas.

¿Cómo se explica que hasta ahora el PSC no haya caído en la cuenta?

-- Creo que pensaban que primero había que afianzar a su electorado y que el votante de izquierdas que va a las urnas en las generales sería una fruta que caería por su propio peso, y eso no ha pasado. Ha sido un error de cálculo.