Galicia dejó anoche su futuro político en manos de aproximadamente 125.000 de sus residentes en la diáspora que en esta ocasión han ejercido su derecho al voto. Habrá que esperar una semana para saber si el octogenario Manuel Fraga, que ayer perdió cuatro diputados y se quedó provisionalmente a un escaño de los 38 que dan la mayoría absoluta, inaugura una quinta legislatura consecutiva al frente de la Xunta o el tándem formado por el socialista Emilio Pérez Touriño y el nacionalista Anxo Quintana logra conformar un Gobierno de coalición alternativo que daban por asegurado.

El color político del nuevo Ejecutivo autonómico se decidirá en la circunscripción de Pontevedra, donde anoche, con el 100% de los votos escrutados, el PP se quedó a 8.160 escasos sufragios para lograr un undécimo asiento en el Parlamento autonómico, el que le daría la mayoría absoluta. El voto emigrante ha sido tradicionalmente fiel a Fraga, pero en esta ocasión han enviado su sufragio por correo casi el doble de residentes ausentes respecto a los que lo hicieron en el 2001. La gran incógnita será comprobar por quién se decantan todos estos votantes en un momento en que el Gobierno central está en manos de los socialistas.

LAS ENCUESTAS, POR TIERRA El electorado, que ayer batió un récord histórico de participación en unas autonómicas (votó el 68,1%), le dio una patada a todas las encuestas realizadas a pie de urna, que unánimemente pronosticaban a la hora del cierre de los colegios electorales un descalabro del PP de Fraga y Rajoy y un Gobierno de sus rivales con una mayoría absoluta cómoda de hasta 43 diputados.

Pero la realidad del escrutinio fue muy distinta y aguó la euforia desatada entre socialistas y nacionalistas a última hora de la tarde, al tiempo que el pesimismo inicial del PP se disipaba. La Covadonga en que Fraga quería convertir su triunfo electoral para iniciar el retorno de los populares a la Moncloa se tambaleó, pero Rajoy podrá arrogarse ahora haber remontado hasta la frontera de la mayoría absoluta los negativos sondeos que le auguraban una debacle.

Touriño ha protagonizado el gran ascenso. El PSG-PSOE pasa de 17 a 25 escaños ---un crecimiento del 68%, 186.000 votos más--, pero que ha resultado insuficiente debido a la caída de cuatro diputados del BNG. Los nacionalistas han sido incapaces de conjurar las negativas perspectivas que dibujaba la retirada de su líder histórico, Xosé Manuel Beiras, que resentido con su formación ni siquiera ha participado en la campaña, que ha perdido una significativa parte de su espacio político.

GIRO EN EL ELECTORADO Pese a que Fraga tiene muchas posibilidades de acabar amarrando la Xunta, el comportamiento del electorado ha variado de forma significativa. Tradicionalmente, la permeabilidad de votos se ha producido en esta autonomía entre socialistas y nacionalistas, que se han disputado una franja del electorado uno en detrimento del otro. En esta ocasión también ha sido así, pero sólo en parte, y paralelamente se ha producido un sustancial traspaso de sufragios entre los dos partidos, del PP al PSOE.

Los tres aspirantes a la Xunta se arrogaron anoche el triunfo electoral. Fraga fue el primero en hacerlo, con el escrutinio muy avanzado, para dar "las gracias" a los gallegos por haber convertido una vez más al PP, "con mucha diferencia, en el partido más votado". Los populares siguen siguen siendo la primera fuerza en las cuatro circunscripciones, aunque sólo en Orense, han logrado no perder escaños. También han perdido 46.000 electores pese al crecimiento de la participación.Con todo, Fraga y el secretario general del PP, Angel Acebes, dieron por hecho que los votos emigrantes serán suficientes para recuperar la mayoría absoluta.

Touriño y Quintana, tras conversar por teléfono, no quisieron ser menos que Fraga. Desde las respectivas sedes de sus partidos anunciaron que están dispuestos a traducir la voluntad "mayoritaria" por el cambio en una mayoría en la Cámara gallega. Los emigrantes decidirán si tienen posibilidades de hacerlo.