El nombre de Rodríguez Ibarra era el único que Zapatero confirmaba a quienes le preguntaban antes del último congreso federal quién integraría la nueva ejecutiva. Y es que su entrada en el órgano de gobierno interno del PSOE fue un empeño del líder del partido, después de que Ibarra rechazara ser ministro. Su inclusión en la lista desató la primera pugna con el PSC, que exigió que José Montilla siguiera en la dirección socialista. El propio Ibarra colaboró a desempatar la situación en el congreso federal.