Para los amenazados por ETA, los nueve meses de alto el fuego no han supuesto un periodo libre de amenazas y coacciones. Los escoltas privados encargados de su seguridad confirman que los niveles de riesgo siguieron siendo altos, como prueban las agresiones y coacciones que han venido padeciendo sobre todo los cargos políticos, pese a que no hayan trascendido. Agresiones, artefactos en buzones, coronas de flores, pintura roja simulando sangre... La banda ha mantenido un fuerte nivel de presión en los últimos meses, lo que hacía pensar a los responsables de la seguridad privada que la tregua estaba rota en verano.

Prácticamente ningún protegido ha renunciado a su escolta durante el alto el fuego, aunque haya podido existir relajación en las medidas de autoprotección, como revisar los bajos de los coches. La diferencia con la tregua de 1998 es notable, ya que entonces un elevado número de personas decidió prescindir de los servicios de seguridad.

Algunos dirigentes socialistas vascos habían optado por hacer un uso más flexible de la escolta contra las directrices de su partido y del Ministerio del Interior. Pero ayer todos los cargos políticos vascos amenazados acudieron con su protección a las movilizaciones de condena por el atentado de Barajas.

MULTIPLES INTIMIDACIONES Pese al alto el fuego de ETA, durante la tregua han sido muchos los indicios que preocupaban a los responsables de seguridad. El rosario de intimidaciones que se está conociendo ahora, y que no trascendió en su momento, abarca todas las provincias vascas y Navarra. Un concejal encontró un reguero de pintura roja, que imitaba sangre, hasta su domicilio. Los escritos y anónimos se han sucedido, e incluso ha habido ataques físicos en los que los protegidos se han visto en peligro, como el concejal navarro que sufrió el lanzamiento de potentísimos cohetes pirotécnicos contra su casa. En Tudela (Navarra), un edil sufrió en el mismo día el lanzamiento de un cóctel molotov, recibió una corona de flores y desconocidos pegaron junto a su portal un adhesivo en el que un encapuchado colocaba una bomba.

INCIDENTES SILENCIADOS Los sucesos han sido numerosos desde el inicio del alto el fuego, pero no han trascendido a la opinión pública. En algunos casos se silenciaban, y en otros se consideraban gamberradas. En Guipúzcoa, radicales intentaron volcar el vehículo en el que viajaba un cargo público, arrojaron piedras a concejales e incluso algunos alcaldes se vieron rodeados por radicales.

Los propios escoltas han sido en ocasiones víctimas de seguimientos y amenazas, una tendencia que preocupa en el sector. Este colectivo ha engrosado sus filas en los últimos años, cuando la violencia de ETA ha estado en un nivel mínimo, por lo que el regreso a los tiempos más difíciles, y la posibilidad de atentados contra escoltas, provocaría una desbandada y el colapso del actual sistema de seguridad.

El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, confirmó también ayer que no ha sido necesario reforzar la seguridad de los amenazados y los edificios públicos. "Siempre hemos estado con la guardia alta", dijo. Y aseguró además que durante la tregua no se ha retirado "ni un solo escolta". Según datos de su ministerio, las partidas de los presupuestos para escoltas se han incrementado año tras año, y desde el 2005 hasta el 2007 han pasado de 92,36 a 99,28 millones de euros. También desde Vitoria se asegura que el atentado no supone ninguna variación: "Durante la tregua seguimos con el mismo dispositivo de seguridad", precisó el titular de Interior.