La tensa serenidad con que se desarrolló el debate sobre el diálogo con ETA se transformó en trifulca y filibusterismo parlamentario a la hora de votar. El incidente se desencadenó después de que el Grupo Popular viera rechazada su resolución en una primera votación por 320 votos en contra, 276 a favor y 32 abstenciones.

Numerosos diputados conservadores comenzaron a alegar que se habían confundido al votar y que pensaban que votaban la resolución rival. Asimismo, los conservadores intentaron impedir que se pudiera votar la resolución socialista y cuestionaron la imparcialidad del presidente de la Eurocámara, Josep Borrell, que aceptó repetir la votación de la resolución popular para disipar cualquier duda. La nueva votación sumó 26 votos a la resolución popular, pero fue de nuevo rechazada por 20 votos de diferencia.