Era una cuestión de tiempo. El fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, logró ayer que el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño, abandonara ese tribunal, al que llegó hace 26 años, y aceptara trasladarse a la fiscalía de la sala penal del Tribunal Supremo.

El destino de Fungairiño estaba cantado desde que compareció en julio del 2004 en la comisión parlamentaria que investigaba el 11-M. El tono de su declaración irritó a los parlamentarios. Pese a ello, Conde-Pumpido optó por "prorrogarle" en su cargo para no desestabilizar la lucha antiterrorista tras el 11-M.

No obstante, las relaciones entre Conde-Pumpido y Fungairiño no han sido pacíficas. El fiscal general del Estado le ha remitido durante el último año y medio numerosas instrucciones que no han sido obedecidas por el fiscal jefe. La gota que colmó el vaso se produjo la pasada semana, cuando el fiscal del Estado se enteró por la prensa de que varios miembros de Al Qaeda iban a quedar en libertad porque el Tribunal Supremo no ha revisado su condena.

LA CITA Fungairiño no supo explicar lo motivos de esa falta de información, ni tampoco aclaró las causas que han impedido a la fiscalía actuar con mayor diligencia para evitar las excarcelaciones de cuatro condenados por integrar la célula española de Al Qaeda que dirigía Imad Eddin Barakat, Abú Dahdah.

Por ello, Conde-Pumpido citó ayer en su despacho a Fungairiño. En la reunión también estuvieron presentes el teniente fiscal del Tribunal Supremo, Juan José Martín Casallo, y la fiscal jefe de la secretaría técnica, Elvira Tejada. En esa reunión se le hizo ver que llevaba demasiado tiempo en la fiscalía de la Audiencia, y se le sugirió que era oportuno un relevo en ese tribunal. La Audiencia estará en el punto de mira si el Gobierno abre una negociación con ETA, pues jugará un papel clave en la búsqueda de salidas para los presos de la banda. Empresa para la que Fungairiño constituía un gran escollo judicial

En el encuentro de ayer, el fiscal general elogió la trayectoria de Fungairiño y le explicó que su dilatada carrera profesional contra el terrorismo podría ser aprovechada en el Supremo. También se le propuso ser nombrado delegado de la fiscalía del Estado en asuntos de terrorismo. Fungairiño aceptó esas condiciones después de que, según fuentes fiscales, Conde-Pumpido le avisara de que en caso contrario estaba dispuesto a reemplazarle. Es decir, a ordenar su traslado.

Fungairiño prefirió evitarse la humillación de ser defenestrado, y presentó "voluntariamente" su renuncia a un cargo al que accedió en 1997 y se trasladó a la Audiencia. Allí convocó a sus subordinados y al personal de la fiscalía para informarles de su marcha. La noticia pilló por sorpresa a la mayoría de ellos.

Después, el fiscal jefe explicó a los periodistas que había presentado su renuncia por "razones estrictamente personales". También negó que su decisión hubiera estado condicionada por problemas con el fiscal general. "Con los fiscales generales nunca hay discrepancias, por eso son fiscales generales", agregó.

LAS OPCIONES El lunes se oficializará la renuncia de Fungairiño. El martes, Conde-Pumpido informará al Consejo Fiscal, y el viernes el Consejo de Ministros aprobará el traslado. Hasta que sea nombrado un nuevo fiscal jefe se hará cargo de la jefatura, el teniente fiscal, Jesús Santos. Fuentes fiscales explicaron que el sustituto será un fiscal con antigüedad y peso en la carrera. Y citaron como un posible candidato al fiscal jefe de Barcelona, José María Mena, aunque prevé jubilarse en diciembre. Otra opción es Mariano Fernández Bermejo, exfiscal jefe de Madrid.