Visto para sentencia. El general de sanidad Vicente Navarro reivindicó ayer su trabajo en las labores de identificación de los militares fallecidos en el accidente aéreo de Turquía el 23 de mayo del 2003. El militar recordó en la última sesión del juicio que ha practicado la medicina durante 44 años, y negó que buscara dañar a las familias de los fallecidos por los errores en la identificación de 30 de los 62 fallecidos.

Navarro hizo uso de su derecho a tener la última palabra para defender su profesionalidad y la de sus compañeros de banquillo, el comandante José Ramírez y el capitán Miguel Sáez. "Llevo 42 años en las Fuerzas Armadas y mi cometido como médico y militar ha sido la prevención de la enfermedad y la asistencia al duelo", explicó.

Por ello, se inclinó por facilitar, en estos casos, "la información suficiente" y por "dulcificar" las causas para que los deudos no sigan "torturándose y dando vueltas a algo que es irremediable". El general admitió que ordenó a sus subordinados que ofrecieran una información "limitada" a las familias.

Asimismo, rechazó que hubiera buscado hacer daño a las familias por los errores de identificación. "No considero que sufro un desdoblamiento esquizofrénico, un doctor Jekyll y mister Hyde. He estado haciendo bien sobre bien dentro de una praxis normal. ¿Voy a revolverme a hacer daño? ¿A quién? ¿A las familias? ¿Para qué? Habría sido una perversión absolutamente inexplicable", sentenció.

SUBORDINADOS El general también reivindicó a sus subordinados. De ellos alabó "su dedicación, su esfuerzo y su sacrificio", y lamentó los "dimes y diretes" que han tenido que soportar a lo largo de estos cinco años. Terminó su alegato con un ruego al tribunal: "Pido que se me considere inocente".

Previamente, su abogado defensor, Ramiro Guardiola, había culpado a las autoridades turcas de los errores de identificación de los cuerpos. "Ellos tenían prisa por quitarse de enmedio", aseguró, porque cuando sus forenses examinaron los cadáveres --62 militares y 12 miembros de la tripulación-- había "un cambalache de restos y cuerpos". Y explicó que la obligación de custodiar a los fallecidos le correspondió a los turcos. El juicio quedó visto para sentencia.

Mientras, el líder del PP, Mariano Rajoy, y la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, se afanaron ayer en respaldar al exministro de Defensa, Federico Trillo. Rajoy sostuvo ayer que Trillo tiene "tranquilidad de conciencia" y que solo está preocupado por las sanciones que pudiera recibir el que fuera su equipo. Esperanza Aguirre, por su lado, pidió que no se criminalice a quien, bajo su punto de vista, intentó "acortar el sufrimiento de las familias", aunque "muy probablemente" se equivocara.