José Luis Rodríguez Zapatero se pasó el día de ayer enclaustrado en la Moncloa con sus asesores para preparar sus intervenciones en las sesiones plenarias de la cumbre del G-20 en Washington. La duda final es si debe aprovechar para cargar contra el neoliberalismo, y blandir la bandera ideológica de "la fortaleza de la socialdemocracia", como desean influyentes miembros de la dirección del PSOE.

Pero sus consejeros gubernamentales, con el vicepresidente Pedro Solbes al frente, prefieren que se centre en el mensaje puramente económico, insistiendo en la necesidad de extremar los mecanismos de control de las entidades financieras. Y Zapatero se inclina por esa línea, frente a los mensajes y documentos que llegan desde el PSOE y de Jesús Caldera, que, como impulsor de la Fundación Ideas para el Progreso, apuesta por aprovechar la oportunidad de que el futuro sistema internacional lleve el sello de la izquierda europea.

RESPUESTAS PARA LA CRISIS El presidente ha pedido discreción a sus colaboradores sobre los detalles, para trabajar la intervención con tranquilidad, sobre todo después de un mes en el que ha dado la batalla para convencer a la comunidad internacional de que España "tiene mucho que decir". Pero, ¿en qué debe centrarse ahora? Sus asesores más cercanos en el Ejecutivo aseguran que el presidente no irá "con la bandera de la Internacional Socialista". "Debe ir como un presidente de Gobierno consciente de la situación económica y con respuestas para atajar la crisis", dice uno de ellos.

Sin embargo, los informes que le llegan del PSOE y del instituto de opinión que Caldera está empezando a poner en marcha, le sugieren que aproveche para dejar constancia de que la crisis es consecuencia del pensamiento neoconservador, que en las últimas décadas ha echado raíces en EEUU y que contó con una fiel aliada en el Reino Unido gracias a Margaret Thatcher. De hecho, el propio Zapatero enhebró este discurso en varias ocasiones a finales de verano, en los primeros días aciagos de Wall Street y los bancos estadounidenses. Pero poco a poco el presidente ha ido suavizando sus críticas directas a la gestión de la Administración norteamericana y ha cambiado sus prédicas para centrarse y buscar soluciones a la crisis

En este sentido, los consejos de Solbes, todo su núcleo duro en el Ministerio de Economía, con el secretario de Estado, David Vegara, al frente, y los fontaneros de la Moncloa, José Enrique Serrano y Bernardino León, han apostado desde el primer momento por el pragmatismo y por evitar una confrontación ideológica. La labor del director de la Oficina económica del Gobierno, Javier Vallès, también está siendo importante para que Zapatero se centre en proponer la supervisión de las entidades financieras, tomando como ejemplo la experiencia del Banco de España y sin necesidad de protagonizar un debate ideológico.

Zapatero quiere centrarse en solucionar primero la crisis financiera, con nuevos instrumentos que permitan al Fondo Monetario Internacional (FMI) actuar como gran supervisor, siguiendo el documento aprobado por la Unión Europea. El presidente apostará para que, en una segunda fase, si se acaba superando la crisis financiera, se agilicen las negociaciones de la ronda de Doha que deben permitir abrir el comercio internacional a los países emergentes.

SARKOZY INVITA A HOLANDA La cumbre del G-20 en Washington tendrá otro invitado de última hora. Nicolas Sarkozy, presidente de Francia y que ocupa también la presidencia de turno de la Unión Europea (UE), invitó ayer a Holanda a participar en la reunión. El Gobierno holandés informó ayer de que su primer ministro, Jan Peter Balkenende, aceptaba la invitación. Holanda, igual que España, no pertenece al G-20, pero su sector financiero, muy afectado por la crisis, está considerado el séptimo más importante del mundo.