Hace algo más de un año, al hojear un periódico, Toru Orakawa supo que en España se estaban exhumando cuerpos enterrados en fosas comunes con el fin de identificarlos y entregarlos luego a sus familiares. Algo difícil de precisar debió de moverse en su interior, pues ni siquiera él sabe qué fue lo que le llevó a recorrer miles de kilómetros hasta presentarse en Ponferrada y ofrecerse a colaborar con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), con la que ha pasado este verano.

Su nexo de unión con España no va más allá de la curiosidad que en él despierta la guerra civil. Entre las lecturas de Toru Orakawa se encuentran las que tratan acerca de la lucha fraticida del 36.

Dimensión internacional

Con el recorte de periódico en la mano, Orakawa llegó a España con la esperanza de lograr ponerse en contacto con la asociación. Lo consiguió. Le recibió Santiago Macías, vicepresidente de la ARMH. "Quería trabajar con nosotros", explica Macías, quien considera que su llegada aporta claves sobre la dimensión internacional del problema de los desaparecidos.

Su primera misión en la ardua tarea de juntar piezas del rompecabezas de nuestra historia le ha llevado a As Pontes (A Coruña). Hace 70 años, el 22 de agosto de 1936, asesinaron allí a cuatro miembros de una misma familia. A Manuel Ramos, el padre, y a su hijo Manuel les quitaron la vida a las puertas de su domicilio. Antes de matar a la esposa, Juana Ferreiro, y a otro de los hijos de la pareja, José, les obligaron a cavar la tumba que acogería a los cuatro.

Allí reposaron en esa fosa común hasta la semana pasada. Un grupo de la ARMH dirigido por el arqueólogo Javier Ortiz los rescató del anonimato que conlleva yacer sin lápida. Antes de enterrarlos de nuevo, los forenses analizarán los restos.

Para Toru Orokawa son personas que perdieron la vida antes de que él naciese y a miles de kilómetros de distancia. Sin embargo, nada ha impedido que este intrépido japonés forme parte de la recuperación de la memoria de la guerra civil. "Pueden leerse cientos de libros sobre la contienda, pero esto es una visión diferente. Supongo que le sensibilizó", explica Macías.

Puede que Toru no sepa qué le ha traído a Galicia, pero seguramente se siente tanto en el lugar como en el momento correctos. Ha ayudado a rescatar los restos de los Ramos. El camposanto de As Campeiras ha visto remover su tierra para cerrar un ciclo.

Después, la escena se repetiría en Lago de Carucedo, cerca de Las Médulas, en El Bierzo. Allí esperaban los restos de Servando González, quien perdió la vida al dar de comer a un hermano huido. Orakawa está allí participando activamente.

Visión objetiva

Macías está seguro de que no le mueven sentimientos políticos, sino humanitarios. Cree que si hubiese fosas de nacionales en lugar de republicanas, Toru también estaría allí. Opina que en el exterior es más fácil verlo todo objetivamente, mientras que aquí "algunos sectores españoles intentan mostrar que esto carece de importancia".

"Cada día nos escriben más familiares, principalmente de tercera generación", explica Macías. Dice que son ya 700 los cuerpos exhumados, aunque advierte que solo el 30% de los desaparecidos constan registrados como fallecidos.

En el caso de los Ramos, no se les consideró muertos oficialmente hasta que en 1942 se llevó el caso a juicio. Se acusó a 18 falangistas del crimen. Fueron absueltos. El sumario está "archivado en un registro militar de Ferrol", dice Macías. Se les consideró "extremistas" y se les dio muerte en un acto considerado un "buen servicio a la patria".

Manuel Ramos fue teniente de alcalde de As Pontes durante la República. El enterrador, amigo de la familia, consiguió tres cajas donde colocar los cuerpos. Ahora su familia conoce la verdad. Toru les ha ayudado a aportar luz. El no regresará a Japón hasta octubre. Quizá en sus países, personas como él darán a conocer una realidad silenciada durante muchos años.