La mayoría de ellos no necesitan demasiadas lecciones sobre cómo disparar un arma. Los conflictos bélicos que han vivido algunos de sus países les han llevado a conocer demasiado bien cómo preparar una emboscada o un control en la carretera. Pero esta vez es diferente. Van en "misión de paz", aunque son conscientes de que Irak no será un destino tranquilo. Los soldados centroamericanos están dispuestos a cobrar seis euros al día por jugarse la piel en el desierto, aunque en sus países ese dinero da para mucho más que aquí. Saben cuándo se van, pero no cuándo regresarán. Ayer, el ministro de Defensa, Federico Trillo, les visitó en la base Alvarez de Castro de Sant Climent Sescebes (Girona).

EJERCICIOS DE COMBATE

Los militares proceden de Honduras, El Salvador, República Dominicana y Nicaragua. Son 1.141, de los que 22 son mujeres, de todos los rangos. Llegaron la semana pasada a España --muchos salen por primera vez de su país--, y hoy partirán hacia Diwaniya, para sumarse a la Brigada Plus Ultra, en la que ya hay 1.340 militares españoles, cuyo sueldo neto, incluidas dietas, es de unos 1.500 euros (unas 250.000 pesetas) al mes. Los centroamericanos han recibido un "cursillo sobre misiones de paz", con clases como la de "combate en poblaciones" o "práctica de francotiradores", lo que llama la atención para ir en son de paz.

"Llevábamos cuatro meses preparándonos en Nicaragua, teníamos ganas de que llegase este día. Supongo que nos costará adaptarnos al paisaje desértico, comparándolo con la selva de nuestro continente. Aún así, creo que soportaremos bien el calor", razonaba el soldado Felipe Salvador Corea mientras escuchaba las indicaciones del sargento español Sorigo sobre topografía. "Lo que más les ha costado --explicaba un mando de la base-- ha sido interpretar los mapas, trazar rutas. Las armas las dominan bien".

Mientras dos docenas de soldados de Nicaragua aprendían qué clase de terreno hallarán en Irak, otro grupo de El Salvador observaba las maniobras de tres jóvenes armados con rifles y granadas de fogueo para entrar en un pabellón de la base. Se suponía que el edificio estaba "ocupado por el enemigo", como les explicó detalladamente el capitán Pano.

ORGULLO DE MINISTRO

Trillo, orgulloso de las demostraciones de sus hombres, anunció que estudiará que la base de Sant Climent se convierta en un centro de formación para participar en misiones internacionales. "Vosotros sois la primera promoción", dijo a la tropa. "Les deseo la mejor suerte del mundo en esta misión", añadió. Trillo no pronunció el nombre del país, sólo habló de una "tierra torturada por la tiranía". Cuando los periodistas le preguntaron sobre Diwaniya, sólo le arrancaron: "Hablar de Irak nos llevaría muy lejos".

Los militares sí que están lejos de sus casas. Por eso, ayer a mediodía hacían cola delante de la cabina telefónica del Hogar del Soldado, una de las cantinas de la base que han abierto después de tres años. Tres hondureños y dos dominicanos utilizaban la tarjeta telefónica para explicar en sus casas que se van a la guerra. "La Coca-Cola aquí es muy cara, pero es que el teléfono...", protestaba Antonio del Orbe. Las tarjetas les cuestan lo mismo que un día de sueldo: seis euros.