La cumbre ofrece la oportunidad de mostrar "el afecto fraternal que une a la comunidad iberoamericana", dijo el Rey en la cena que ofreció a los jefes de Estado y de Gobierno en el patio de las Escuelas Menores. Una oportunidad que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, aprovechó para demostrar su cariño por Juan Carlos.

Después de que el Rey y José Luis Rodríguez Zapatero le saludaran con efusión, ni corto ni perezoso Chávez echó el brazo sobre los hombros de Juan Carlos y así se mantuvo mientras bajaban juntos más de 40 escalones. En esa tesitura, Zapatero optó por dar media vuelta y atender a otros invitados.

Entusiasmo

Las turbulencias que afectaron al avión de Chávez hicieron que éste se incorporara con retraso a la cumbre. La puntualidad de otros mandatarios les hizo disfrutar del entusiasmo de los salmantinos, que se echaron a la calle pese a la lluvia y las estrictas medidas de seguridad. Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, fue uno de los más aplaudidos.

Los jefes de Estado y de Gobierno celebraron su primer encuentro en el ayuntamiento, en la plaza Mayor. Cuando Juan Carlos y Sofía cruzaron pese a la lluvia una parte de la señorial plaza porticada, el entusiasmo fue visible. Sin embargo, algún insulto se abrió paso entre los vítores a Zapatero. En el ayuntamiento se sumó a la comitiva el príncipe Felipe, que contra lo previsto no viajó con Letizia, en la recta final de su embarazo.

Pero donde se dejaron las palmas los invitados a la cumbre salmantina fue en la ceremonia de apertura, para pagar con aplausos un acertado espectáculo protagonizado por la bailaora María Pagés y su compañía. En un cuidado cuadro de pluralismo e integración de culturas, la artista bailó un poema de José Saramago en su propia voz; la Nana de la cebolla , de Miguel Hernández, cantada por Joan Manuel Serrat; La flor de la canela, de María Dolores Pradera, y un Imagine de John Lennon versionado por una intérprete de espirituales llegada desde Suráfrica.

El espectáculo se completó con un vídeo en el que un grupo de niños de diferentes razas imaginaban una Iberoamérica futura que cumplía todos los retos que se fija la cumbre y que, hoy por hoy, todavía constituyen utopías para gran parte de sus 600 millones de ciudadanos. Una zona del planeta libre de guerras, que cuida su medio ambiente, se gobierna en democracia, progresa económicamente, ejerce la solidaridad, ofrece oportunidades y trabajo, defiende la multilateralidad y la paz, garantiza la educación de calidad para sus niños y la justicia y la libertad para todos sus adultos. En fin, el mejor lugar para poder vivir.