Adiós a las armas. La historia de Irlanda cerró ayer uno de los capítulos más sangrientos de su reciente historia. El Ejército Republicano Irlandés dio por concluidos formalmente 36 años de lucha armada contra el poder británico en el norte de la isla. Tras la decisión de los republicanos, ETA es desde ahora el único grupo terrorista relevante y en activo que queda en Europa.

La violencia, en otro tiempo una baza negociadora para el Sinn Féin, se había convertido en un obstáculo para el futuro político de la causa republicana, especialmente en el sur de la isla. Finalmente, ayer, la dirección del IRA ordenó a todos sus miembros "abandonar las armas" y utilizar a partir de ahora medios "puramente políticos y democráticos, con medidas exclusivamente pacíficas". La banda no contempla su disolución.

CAUTELA Los gobiernos de EEUU, Irlanda y el Reino Unido, que han alentado el proceso de paz, mostraron su satisfacción, no exenta de cautela, ante el que puede ser el momento histórico que esperaban. El comunicado fue leído en un vídeo por un antiguo preso de la organización, Seanna Walsh.

A la orden de poner "fin a la campaña armada", que entró en vigor a las cuatro de la tarde (cinco en España) se añadía la prohibición a los "voluntarios" de "embarcarse en otro tipo de actividades". La anotación hace referencia a otras prácticas, como palizas, chantajes, atracos e incluso el asesinato de un simpatizante del Sinn Féin, Robert McCartney, en las que se han involucrado miembros de la banda.

El IRA se compromete a acabar el proceso para inutilizar su armamento, "a fin de completar lo antes posible el proceso de inutilización de las armas, fomentando así la confianza pública". A esa verificación han sido invitados "dos testigos independientes, uno de la Iglesia protestante y otro de la católica".

El primer ministro británico, Tony Blair, habló de "un paso de una magnitud sin parangón en la historia de Irlanda del Norte", pero también se mostró cauto.

VIERNES SANTO El primer ministro irlandés, Bertie Ahern, consideró la decisión de los republicanos como el posible "principio de una nueva era para la gente de la isla de Irlanda", y solicitó que el esfuerzo de todos se centre en "la puesta en práctica del Acuerdo de Viernes Santo, que ha traído tantos beneficios a este país".

Gerry Adams, líder del Sinn Féin, que hace meses ya pidió al IRA que dejara la violencia, eligió simbólicamente Dublín para decirles a los republicanos, poco convencidos, que miren al futuro. "Les pido a los nacionalistas y republicanos, incluidos los que mostraron un gran compromiso como voluntarios del IRA, que pongan su indudable talento y energía en la construcción de una nueva Irlanda". Es un gesto, dijo Adams, "valiente y lleno de confianza".

Como era de esperar, la reacción de los unionistas, escaldados tras otras promesas no cumplidas, fue más escéptica. "Juzgaremos al IRA durante los próximos meses y años en base a su comportamiento y actividades", dijo Ian Paisley, el líder más importante y también el más radical del movimiento unionista.

Los principales grupos paramilitares protestantes del Ulster descartaron la posibilidad de desarmarse. "No vamos a seguir el ejemplo", dijo un portavoz de la sangrienta Asociación para la Defensa del Ulster.