El actual jefe de la brigada judicial, Juan Antonio González, se ha convertido en una de las recurrentes obsesiones de la dirección popular, dado su papel en el caso Gürtel. González es el máximo responsable de los policías que han tirado del hilo probatorio hasta destapar la red de corrupción, en un principio, bajo la autorización del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, que es su amigo. Fue esa amistad la que le llevó a una histórica cacería en Jaén, en febrero del 2009, en la que estaba también presente el exministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo. Se da la circunstancia de que tan peculiar reunión se produjo 24 horas después de que se llevaran a cabo las primeras detenciones del caso Gürtel. El PP aprovechó la circunstancia y cargó contra los tres, logrando la dimisión de Bermejo. Intentó también la de González, pero no lo consiguió. Sigue intentándolo: hace un par de semanas, le señaló directamente como posible filtrador de algunos documentos comprometidos y, a través de una denuncia, instó al juez a llamarle a declarar. González participó en 1995 en la operación Laos, que terminó con la detención de Luis Roldán, siendo entonces María Teresa Fernández de la Vega secretaria de Estado, como recuerda a menudo el PP. Tras estar destinado en Murcia, volvió a Madrid en el 2004, para hacerse cargo de la policía judicial. El PSOE le alaba y el PP le critica.