La tarde del 29 de noviembre, antes de su secuestro, el móvil de Roque Pascual registró una llamada perdida que no pudo responder hasta el pasado martes de madrugada. Nueve meses después. "Me extrañó mucho que no me la devolviera", explicaba el lunes Carme Segura, cofundadora de Barcelona Acció Solidària y amiga de Roque y Albert Vilalta, mientras conducía hacia el aeropuerto.

Ella y el medio centenar de voluntarios de la entidad han tenido el corazón en un puño durante los 268 días de cautiverio. Sentados en cualquier rincón y nerviosos aguardaron durante casi cinco horas la llegada de sus compañeros al aeropuerto de El Prat. "Quizás no podremos acercarnos a ellos, pero queremos que sepan que estamos aquí", dijo Tonyi Pérez, que en el momento del secuestro estaba en Senegal esperando la caravana.

Los aplausos y las lágrimas al ver a Albert entrando con su muleta y el puño en alto y a Roque sonriendo estuvieron contenidos por el cordón policial hasta el final de los parlamentos, cuando los cooperantes se fundieron en abrazos con sus compañeros. "¿Cómo estás? ¡Te veo muy guapa!", le dijo Roque a Carme, que ayer tuvo respuesta a su llamada. "Hoy dormiré feliz de haberlos podido abrazar", susurraba esta amiga de camino a casa.