España y Marruecos acordaron ayer normalizar sus relaciones diplomáticas, gravemente maltrechas desde hace más de año. La ministra española de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, y su homólogo marroquí, Mohamed Benaisa, pactaron en Madrid enterrar conflictos como el de la isla de Perejil y aparcar por el momento sus múltiples divergencias, que abarcan desde el control de la inmigración ilegal hasta el futuro del Sahara Occidental y de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.

El restablecimiento del diálogo entre ambos países se venía forjando desde el pasado septiembre, cuando Benaisa suspendió su programado viaje a Madrid acusando al Ejército español de invadir el espacio áereo marroquí. Según fuentes diplomáticas españolas, desde entonces Palacio le ha telefoneado al menos en tres ocasiones: para felicitarle por su ratificación como ministro de Exteriores, para solidarizarse por las inundaciones registradas en Marruecos y, hace diez días, para preparar la cita de ayer.

SUPERAR LA CRISPACION

Con estos precedentes, ambos ministros llegaron a su cita de ayer decididos a superar el clima de enfrentamiento de los últimos meses, que alcanzó su punto álgido el pasado julio con la invasión marroquí del islote de Perejil y el posterior desalojo por parte del Ejército español.

Las cuatro horas y media de conversaciones sirvieron sobre todo para que Madrid y Rabat se comprometieran a preparar la vuelta de sus respectivos embajadores --el marroquí, Abdesalam Baraka, fue retirado en octubre del 2001 y el español, Fernando Arias Salgado, en julio--, que, sin embargo, aún no tiene fecha fija.

La receta para restañar heridas fue sencilla, según se desprende de la nota conjunta. Ambos ministros realizaron "un inventario crítico y detallado del conjunto de asuntos, dificultades y cuestiones pendientes" entre ambos y decidieron darles un enfoque "positivo". Dicho de otro modo, pasaron de puntillas sobre los temas más espinosos para no convertir el reencuentro en un intercambio de reproches.

SIN DECISIONES CONCRETAS

Ello explica que, pese a la cordialidad que presidió tanto la reunión de las delegaciones como la charla a solas entre los dos ministros, no hubiera acuerdos concretos más allá de los puramente logísticos: Palacio y Benaisa concertaron otra cita para enero, esta vez en Rabat, y acordaron constituir una "plataforma de entendimiento" conformada por una serie de "grupos de trabajo" que analizarán "por oleadas" cada uno de los contenciosos pendientes. El objetivo, según la nota, es basar las relaciones bilaterales en un diálogo "reforzado, sincero, profundo y exhaustivo que permita restablecer la confianza entre los dos países".

"Ha sido una buena reunión", manifestó Benaisa a la salida. Más prolija, Palacio se declaró "muy satisfecha" porque la cita había sido "enormemente positiva" y había permitido recuperar la "complicidad". "Y no es retórica", precisó. Para la ministra española, "lo importante es que la reunión tuviera lugar para restablecer los umbrales necesarios de una relación que ha atravesado épocas complicadas".