El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, tuvo ayer en sus manos, por unos instantes, la resolución del caso de la activista saharaui Aminatu Haidar, en huelga de hambre desde hace 19 días para exigir que se le permita regresar a El Aaiún. Pero las autoridades marroquís privaron al jefe de la diplomacia española de la ansiada cuadratura del círculo, ya que primero autorizaron la vuelta a casa de Haidar con un simple salvoconducto para, unas horas más tarde, arrepentirse del gesto y prohibir el regreso de la activista saharaui. La "contraorden" de Marruecos, como la calificaron fuentes de Exteriores, supone, como mínimo, un notable desaire para el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. Y aún está por ver si el desafío marroquí debilita las hasta ahora saludables relaciones entre ambos países.

Por el momento, el Gobierno español se limita a reconocer que había alcanzado un acuerdo con Rabat que conllevaba una "autorización" para que Haidar, también conocida como la Gandhi saharaui, pudiese viajar en un avión --acompañada por un médico y Agustín Santos, el jefe de gabinete de Moratinos-- que debía sobrevolar Marruecos y aterrizar en El Aaiún. "Pero cuando ese avión estaba a punto de despegar, hubo una contraorden marroquí", admitieron las fuentes consultadas.

A la frustración que supone la actitud mostrada por las autoridades marroquís, cabe añadir que no avisaron por vía oficial de su cambio de criterio ni, según parece, ofrecieron explicaciones a España sobre el motivo de su marcha atrás.

ESPEJISMO Eso explica que Haidar, convencida de que su calvario en el aeropuerto de Lanzarote tocaba ya a su fin, abandonara su huelga de hambre; aceptara entrar en una ambulancia para ser transportada a una aeronave y, ante los numerosos fieles congregados a su alrededor, diera las gracias al Ejecutivo español por sus gestiones. Todo fue un espejismo, dado que su avión ni siquiera despegó. ¿Por qué? No está muy claro, a tenor de las explicaciones contradictorias que se daban anoche desde Rabat: mientras unas fuentes diplomáticas marroquís subrayaban que no hay cambio de opinión sobre la activista (o sea, que su vuelta está supeditada a que pida perdón a Marruecos), otras apuntaban a que el Ejecutivo español se precipitó y, sin alertar con el tiempo requerido al país de destino, fletó un vuelo para Haidar y sus acompañantes.

El caso es que la activista sigue en el aeropuerto de Lanzarote y, mientras ella guardaba un prudente silencio, distintas asociaciones prosaharauis denunciaban la respuesta "indigna" que Rabat había dado a España y se lamentaban por la falta de reacción de la que, a su juicio, hizo gala el Gobierno de Zapatero. Es más, el delegado en funciones del Frente Polisario en España, Mohamed Jadad, agradeció a las autoridades españolas su "actitud positiva" y, al tiempo, reclamó un gesto ante la "bofetada" de Marruecos.

Sin embargo, la estrategia de Exteriores ante el nuevo revés es aferrarse (al menos de momento) a la versión de que el problema podría ser técnico y que, para reorientar la crisis, podría ser suficiente con presentar un plan de vuelo con 24 horas de antelación, tal y como exigieron los controladores marroquís.