Enmarañado en la sorda batalla diplomática sobre el futuro del Sáhara Occidental y en una gestión política del conflicto marcada por la represión, Marruecos intenta afirmar su posición en el frente económico y social con una ingente inversión pública. Los 7.200 millones de dirhams (unos 665 millones de euros) del programa de la Agencia de Promoción Socioeconómica de las Provincias del Sur del Reino para el periodo 2005-2008 se suman a los 7.900 millones de dirhams (unos 730 millones de euros) invertidos desde 1976.

Así, las autoridades marroquís se esfuerzan en compensar la debilidad de la actividad económica generada por la antigua colonia española e impulsar un desarrollo condicionado por el interminable conflicto político.

VISIONES ENFRENTADAS En 1974, cuando aún era colonia española, el Banco Mundial otorgaba grandes perspectivas de desarrollo al Sáhara Occidental, poseedor del mayor banco pesquero del mundo, abundantes reservas de fosfatos y otras riquezas minerales. Por entonces, su nivel de renta era el más alto de Africa (2.550 dólares per cápita, cuando el de Marruecos era de 270). ¿Y en el 2005? Pues, a falta de datos estadísticos fiables, cada cual cuenta la feria según le va.

"Este es un buen sitio para vivir. El Aaiún es una ciudad privilegiada", aseguran Fuad, Tijani y Majid en torno a una mesa del Café Las Palmas. "Vamos a suponer que eso es cierto. Entonces, ¿por qué salen cada día pateras llenas de chicos saharauis hacia las Canarias? Todo el mundo quiere irse del Sáhara, especialmente los saharauis", dice en cambio Brahim.

Fuad, Tijani y Majid son funcionarios marroquís, llegados a la ciudad a finales de los años 80. Brahim es como vamos a llamar a un antiguo empleado saharaui de la fosfatera Fosbucráa, represaliado por los marroquís, que prefiere ocultar su verdadero nombre. El conflicto político lo contamina todo en el Sáhara.

El discurso oficial marroquí rezuma optimismo y orgullo. "La Marcha Verde fue realmente verde, porque trajo la vida a una región a la que le faltaba de todo", afirma Hasama Malainín, director del Centro Regional de Inversión de El Aaiún-Bojador-Saquia El Hamra, para quien en estos 30 años "el Gobierno marroquí ha hecho un extraordinario esfuerzo de creación de infraestructuras para afrontar el desafío que supone un éxodo masivo hacia una ciudad en construcción". Los saharauis censados en El Aaiún en 1974 eran 28.000; hoy la ciudad tiene 198.000 habitantes, según las cifras oficiales, como resultado de la sedentarización y urbanización de la sociedad saharaui --un proceso que, sin embargo, se desarrolló principalmente en los últimos años de ocupación española-- y, sobre todo, de la llegada de "familias saharauis del norte que han venido a recuperar sus vínculos" o "colonos marroquís", según a quién se pregunte.

"Hemos construido barrios enteros, puertos, carreteras, el nuevo aeropuerto, dos grandes hospitales, una red de dispensarios, mezquitas y decenas de escuelas. Un 98% de los niños de El Aaiún están hoy escolarizados, hay agua y luz en todas las casas. Había que crear también trabajo para los nuevos sedentarios, y hoy existe una zona industrial de transformación de la riqueza pesquera, estímulos a la inversión, programas de formación profesional y ayudas a la creación de pequeñas empresas. Esto no es una evolución, es una revolución", afirma Malainín.

El Gobierno marroquí exime totalmente de pagar impuestos a particulares y empresas y subsidia artículos de primera necesidad como la harina, el azúcar, el aceite y los combustibles. Todo ello conlleva "un nivel de vida superior al del resto de Marruecos", según el responsable del centro de inversión.

"Hombre, en 30 años algo tenían que hacer. Pero sólo han construido paredes" , afirma Brahim. "Hay hospitales, sí, pero tú eres quien compra los medicamentos, paga al médico y soborna para ser mejor tratado. En la época española los servicios públicos eran gratuitos e infinitamente mejores", añade.

OPORTUNIDADES PERDIDAS El esfuerzo inversor marroquí es innegable pero, según un politólogo saharaui que desea ocultar su identidad y al que llamaremos Huseín, "la pregunta es a quién beneficia". El mismo responde: "A los marroquís y a los saharauis promarroquís. Marruecos no ha hecho nunca una política integradora de los saharauis. Han sido 30 años de oportunidades perdidas".

"Los planes fabricados desde Rabat no han funcionado bien en El Aaiún. Marruecos ha construido básicamente infraestructuras ligadas a sus intereses y ha privilegiado sectores afines. Grandes capas de la población saharaui, las más desfavorecidas, han sido marginadas", apunta Huseín.

¿Hasta qué punto la no resolución del conflicto político bloquea el desarrollo económico y social del Sáhara Occidental? Hasama Malainín, una vez más, ve el vaso medio lleno: "En estos 30 años, Marruecos nunca ha dejado de apostar por el desarrollo, que es la mejor medida contra la guerra". El director del centro de inversiones admite, sin embargo, "el perjuicio en clave magrebí". Desde su punto de vista, "la actitud irresponsable de Argelia frena del todo al Magreb árabe".

Iñigo Moré, director de la revista Magreb Negocios, apunta que "el conflicto del Sáhara ha quebrado a Marruecos". En su opinión, "puede responsabilizarse al Sáhara del escaso desarrollo económico de Marruecos en las últimas décadas".