Empezar una cumbre bilateral bromeando con el interlocutor suele contribuir a relajar tensiones, pero entraña algún riesgo si el comentario es de mal gusto. Algo así le pasó ayer al presidente del Gobierno español. El y el primer ministro japonés, Naoto Kan, empezaron su encuentro de ayer en Tokio con chanzas sobre el escaso tamaño de la sala de reuniones y el número limitado de extranjeros que cabían en ella. Todo eran risas, hasta que Zapatero dijo en voz alta lo que momentos antes había comentado en una conversación informal con periodistas. "Es usted el cuarto primer ministro japonés con el que me reúno desde que soy presidente", dijo.

Había puesto el dedo en la llaga. No solo porque el sistema político nipón se desmorona por su inestabilidad mientras el país no supera su estancamiento, sino porque, además, a Naoto Kan, le queda probablemente poco en el poder. Este mes competirá en unas primarias en las que los sondeos le dan como perdedor.

Fría comparecencia

El primer ministro ni se inmutó, pero la comparecencia conjunta no fue efusiva. Del encuentro resultó la firma de dos convenios bilatelales (seguridad social y cooperación científica y tecnológica) y una respuesta algo fría a la propuesta de convertir el 2012 en el año de España en Japón. "Haremos estudios muy positivos", se limitó a decir, aunque Zapatero ya dio por hecho que se celebraría.

La frialdad entre los dos mandatarios contrastó con los más de 30 grados en la sala que albergó la posterior rueda de prensa. Pese a ello, y tras hablar los dirigentes, ni siquiera se admitieron preguntas.

Japón fue pionera al promover el uso de ropa informal para mandatarios y ejecutivos para luchar contra el cambio climático al limitar el uso del aire acondicionado. El aire ayer estaba apagado, pero los mandatarios no se libraron del traje y la corbata.