"Después se les llena la boca hablando de pluralismo". Paulino Rivero, de Coalición Canaria, no ocultaba su indignación con el PSOE y el PP. Acababa de intervenir en el debate sobre el estado de la nación y tenía la sensación desoladora de que a los dos partidos mayoritarios no les habían interesado un bledo sus palabras.

No andaba descarriado el líder canario. Después del lleno total registrado el miércoles en el duelo entre Zapatero y Rajoy, el hemiciclo semejaba ayer un erial. Intervenían los partidos minoritarios: PNV, IU, CC, BNG, CHA, Nafarroa Bai... En la bancada socialista había más escaños vacíos que ocupados. Por el PP atendía la sesión una veintena de sus 148 diputados.

Las otras fugas

El desinterés no era patrimonio exclusivo de los dos partidos mayores. El PNV se esfumó cual mago Houdini tras la intervención de su portavoz, Josu Erkoreka. Hora y media después reapareció en solitario Margarita Uría. También se ausentaron durante mucho tiempo los chicos de ERC. Quienes no abandonaron el hemiciclo ni un solo instante --Zapatero salió al baño a las 13.00 horas-- fueron Gaspar Llamazares (IU) y Herrera (IC). El primero tenía sobre su pupitre los Discursos parlamentarios de Azaña. El segundo, El corazón del viento , de Joaquín Leguina.

La desbandada había comenzado la noche anterior, con las intervenciones de CiU y ERC. La sesión de ayer era la segunda parte de la tocata y fuga . Por no asistir, no asistió ni siquiera Rajoy, divulgador de la célebre frase de "no fue ni el Tato".

La vicepresidenta de la Cámara, Carme Chacón, no tuvo mucho trabajo para reemplazar al titular, Manuel Marín, aquejado de gripe, hasta que la intervención final del portavoz socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, encabritó a los populares. Chacón impidió, reglamento en mano, al portavoz del PP, Eduardo Zaplana, que echara más leña al fuego con su réplica.

Por los pasillos

Rajoy permaneció encerrado en su despacho. Sus lugartenientes, Angel Acebes y Zaplana, se dedicaron a pasear por los pasillos esparciendo declaraciones --en on , en off para publicar o para información reservada-- entre los periodistas.

Los líderes de los grupos pezqueñines comenzaron su desfile por el estrado a las nueve de la mañana. Sin evidenciar fatiga tras la maratoniana sesión de la víspera, el presidente del Gobierno les escuchó y les respondió uno a uno con la atención de un Padrino que atiende las quejas del pueblo. Su esposa, Sonsoles, se hallaba sola en la tribuna de invitados. Esta vez faltaron su suegro y su cuñado.

Los fieles

Sólo dos acompañaron en todo momento a Zapatero: la vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega y Jordi Sevilla. A este último, como ministro de Administraciones Públicas, le iba en el sueldo el castigo ya que los protagonistas eran los pequeños partidos regionalistas y nacionalistas, cuyas reivindicaciones competen a su negociado.