El PNV no está dispuesto a que ni siquiera sus socios en el Gobierno vasco le marquen el camino de su demandado acuerdo con el Estado. Su presidente, Iñigo Urkullu, lo dejó claro ayer ante la plana mayor del partido, con el lendakari Juan José Ibarretxe a la cabeza, durante la celebración del Aberri Eguna (Día de la patria) en Bilbao, al confirmar la disposición de su partido a un "acuerdo singular" con Zapatero para romper el bloqueo político, aunque Eusko Alkartasuna (EA) se niegue a ello. La afirmación supone que la cúpula peneuvista no sacrificará su estrategia para renovar el Estatuto a la interpretación que sus socios hagan de la hoja de ruta del Ejecutivo de Vitoria.

Urkullu equiparó además las habituales acusaciones de ETA hacia el PNV, al que llama insistentemente "traidor", con las duras críticas que en los últimos meses les ha dirigido el sindicato nacionalista ELA, al que la tradición identifica con los peneuvistas, y con las andanadas de sus socios de EA ante la eventualidad de una revisión estatutaria sin ambiciones. El mensaje fue único para los tres: el PNV hará su camino si ve posible acometer ahora "un nuevo paso de gigante" en el autogobierno.

AVISO A ZAPATERO Esta disposición del PNV a negociar en solitario y sin hipotecas no estuvo exenta de avisos al presidente del Gobierno español. Urkullu advirtió que su partido no pasará por "un pacto de rebajas" ni por un acuerdo "cepillado", en alusión al adjetivo que usó el diputado del PSOE Alfonso Guerra al jactarse del rechazo al plan Ibarretxe y de la revisión a la baja del Estatuto catalán.

El líder nacionalista quiere una negociación leal porque, dijo, han dado pruebas durante años de ser un partido fiable. De hecho, recordó que el PNV ha participado en la "vertebración institucional" del Estado y que fue "el primero" en comprometerse contra el terrorismo acompañando sin exigir contrapartidas al PSOE en el último fallido proceso de paz. Urkullu esgrimió estas razones para justificar la exigencia de una negociación y pidió a Zapatero que esté "a la altura de las circunstancias".

Le pidió reconocimiento de la "singularidad nacional" de Euskadi; decisión para dar salida al "profundo contencioso vasco" y que respete "la voluntad de la ciudadanía vasca". Pero Urkullu dio un paso más al identificar esa voluntad como "ejercicio ratificatorio de un acuerdo", lo que en sí mismo supone algo parecido al referendo que se contempla en el propio Estatuto.

VIRAJE POSIBILISTA Así, el primer discurso de Urkullu en un Aberri Eguna como presidente del PNV expresó el comienzo del viraje hacia posiciones más realistas en política. Porque de nuevo en una ocasión solemne, eludió mencionar la polémica propuesta del lendakari aunque en todo momento se esforzó en dar una imagen de unidad.

El propio Ibarretxe evitó también mencionar su iniciativa aunque optó por leer los puntos que más se identifican con ella en el manifiesto que el PNV difundió para el Aberri Eguna.

El lendakari aprovechó su intervención para asegurar que "el ejercicio del derecho a decidir" es el objetivo del País Vasco para el siglo XXI y advirtió de que "se equivocarán" quienes interpreten que los malos resultados del PNV el 9-M significan que Euskadi "se diluye en España".

Mientras, Eusko Alkartasuna, socio de Ibarretxe en el Gobierno vasco, anunció ayer su rechazo a una negociación que rebaje los compromisos contraídos en la propuesta que lidera el lendakari. El secretario general del partido, Joseba Azkarraga, rechazó un "acuerdo a la baja".