La doctrina del PP sobre los atentados presentes y futuros de ETA es inequívoca: la culpa de las acciones terroristas solo es de la banda, pero los etarras están ahora más fuertes que antes porque, al negociar con ellos, el Gobierno ha permitido que se rearmen. La tesis es que el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero bajó la guardia durante el alto el fuego y que ahora llega la factura en forma de atentados. Pero la estadística del Ministerio del Interior refleja que ETA ha sufrido más golpes policiales y ha cometido menos atentados desde la bomba de Barajas que en los diez meses posteriores al fin de la tregua de 1999, con José María Aznar como presidente.

Entre las insinuaciones malévolas de unos y las airadas réplicas de los otros, procede revisar los datos objetivos para que cada ciudadano extraiga sus propias conclusiones. Y las estadísticas no engañan: en los últimos diez meses, desde el brutal atentado de la T-4 de Barajas, 39 presuntos miembros o colaboradores de ETA han sido detenidos entre España, Francia, México y Canadá. A esta cifra hay que sumar a los 23 dirigentes de la ilegalizada Batasuna detenidos --y en su gran mayoría encarcelados-- por pertenencia a ETA.

Después de que, en noviembre de 1999, ETA anunciara la ruptura definitiva del alto el fuego, la reacción del Gobierno del PP no fue tan contundente. Los terroristas arrestados fueron 35, cuatro menos que durante el presente año, y la policía no actuó contra Arnaldo Otegi ni contra el resto de dirigentes de Batasuna --entonces, una organización legal-- con los que los emisarios de Aznar se habían sentado a negociar. De hecho, el proceso para lograr la ilegalización de Batasuna aún tardaría dos años en ponerse en marcha.

NUEVE TENTATIVAS Rota la última tregua, la efectividad de las fuerzas de seguridad de España y Francia no se refleja solo en frías estadísticas; también en el número de atentados frustrados, a menudo por la impericia de los etarras, casi siempre merced a la presión policial. Desde el 5 de junio, cuando ETA formalizó el fin de un alto el fuego roto de facto cinco meses antes con el asesinato de dos ciudadanos ecuatorianos en Barajas, al menos en nueve ocasiones ha intentado segar más vidas.

Fracasó en junio en la frontera con Portugal, donde dejó abandonado un coche con 130 kilos de explosivos; y en julio, cuando cayeron en Francia dos etarras dispuestos a atentar en Madrid durante el debate sobre el estado de la nación; y en Santander, en Castellón --dos veces--, en Logroño... Solo lo consiguió en Zarautz y Durango --en ambos casos sin heridos-- y el martes en Bilbao, pero por ahora sigue sin lograr su objetivo de matar.

Frente a este balance, el que cosechó Aznar fue mucho más macabro: 12 muertos en los diez meses posteriores a la tregua, 23 durante todo el año 2000.

EL DIAGNOSTICO DE DEZCALLAR Y tras los datos, las incógnitas: ¿Bajó la guardia la policía cuando Aznar negoció con ETA o lo ha hecho ahora con Zapatero? ¿Se rearmó la banda durante aquella tregua o lo ha hecho en esta? La respuestas las brinda Jorge Dezcallar, director del Centro Nacional de Inteligencia en la etapa del PP: "No creo que haya habido relajación: ETA aprovechó la tregua de 1998 para rearmarse y sería imperdonable que el Gobierno hubiera cometido los mismos errores".