Ayer se produjo una extraña casualidad. La vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, coincidió con algunas destacadas voces del PP en su valoración sobre las últimas y reiterativas declaraciones del expresidente José María Aznar. Ella y ellos compartían la tesis de que "para vender libros, no es necesario meterse en ciertos jardines", aunque De la Vega lo decía en público, y los populares, en privado.

Como era de esperar, el partido que ahora lidera Mariano Rajoy no acogió con entusiasmo que Aznar, en una entrevista para presentar su última obra, insistiera en que los inductores del 11-M "no están en desiertos remotos ni en montañas lejanas". Ante esto, optaron por el cierre de filas con Rajoy, el silencio a la hora de valorar ante los micrófonos las palabras de Aznar y las críticas para el vídeo del PSOE. Y eso mientras la vicepresidenta del Gobierno se desmarcaba del polémico vídeo de los socialistas atribuyéndolo a polémicas entre partidos que "no son positivas".

Apenas unas horas después de que el presidente de honor del PP repitiera, esta vez en televisión, su célebre frase de las "montañas lejanas", el responsable del programa electoral de los conservadores, Juan Costa, salía a la palestra, le desautorizaba y lanzaba un aviso interno: la línea del partido la marca Rajoy.

Una semana después de la sentencia del 11-M, los populares creen que la puerta que Rajoy dejó abierta a nuevas investigaciones es suficiente para "contentar" a los más duros. Y en adelante, añaden, "a mirar al futuro y dejar, en lo posible, a un lado el tema". "Eso sí, estaremos a la defensiva ante cualquier ataque de los socialistas", concluyen.