En vísperas de que Patxi López y Antonio Basagoiti pongan mañana imagen al acuerdo entre el PSE y el PP para dar estabilidad al nuevo Gobierno vasco, el dirigente popular alavés Javier de Andrés lanzó un órdago a sus nuevos aliados: o los socialistas posibilitan "de inmediato" el cambio en la Diputación Foral de Alava o no podrán esperar el respaldo a sus iniciativas parlamentarias.

La advertencia refleja el interés del PP en forzar cuanto antes un compromiso socialista para respaldar la moción de censura que desplace del gobierno de la diputación alavesa al peneuvista Javier Agirre.

Durante una entrevista en la televisión pública, De Andrés, que aspira a convertirse en el nuevo diputado general, aseguró que "lo razonable" es que su partido gobierne y que sería bueno dar un "volantazo" para desbancar al PNV.

SIGNO DE "FRENTISMO" Aunque los dirigentes socialistas tratan de no abordar esta cuestión en público, Ramón Jáuregui se opuso el sábado pasado a desplazar al PNV del gobierno alavés al entender que se podría interpretar como un signo de "frentismo". Se trata de un asunto delicado al que López no quiere entrar por ahora. Sin embargo, el PP no está dispuesto a ceder en esta aspiración, que puso sobre la mesa desde el primer momento.

Los populares están consiguiendo que, en el interín hasta la investidura de López, sean ellos los que marcan las iniciativas políticas. De hecho, forzaron la firma de un documento que reconoce al PP como aliado "preferente" del PSE aunque los socialistas no lo consideraban necesario; designaron a Arantza Quiroga como presidenta de la Cámara despreciando la reclamación del PSE para que el elegido fuese alguien bilingüe, y mañana lograrán su foto de Basagoiti con López. Pero Alava se les ha cruzado en el camino.

Por eso, De Andrés planteó su advertencia sugiriendo que podrían no respaldar los presupuestos que presente en octubre el Ejecutivo. El PP quiere evitar que el Gobierno de López arranque sin un compromiso sobre el futuro del gobierno alavés. Sospechan que el PSE prefiera aplazar decisiones hasta pasadas las elecciones europeas y no forzar cambios que hipotequen sus movimientos.