La Declaración fue firmada por 21 personalidades internacionales del ámbito de la resolución de conflictos, coordinadas por el mediador surafricano Brian Currin. Entre ellas se encontraban cuatro Premios Nobel de la paz: el expresidente Surafricano Frederik Willem de Klerk, el arzobispo Desmond Tutu, John Hume y Betty Williams, así como la Fundación Nelson Mandela y la expresidenta de Irlanda Mary Robinson. La declaración fue presentada en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas con el fin de escenificar con claridad la dimensión internacional de la iniciativa.

La Declaración de Bruselas destaca que existen posibilidades para "acabar con el último conflicto que queda en Europa". En este sentido, hace un llamamiento a ETA para que declare "un alto el fuego permanente y completa-mente verificable" e insta al Gobierno español a que responda de manera adecuada para lograr "una paz duradera". Subraya también la importancia de los pasos dados por la izquierda aberzale, en alusión a la apuesta hecha pública a inicios de este año por utilizar medios pacíficos, democráticos y no violentos para conseguir sus objetivos políticos.

En los últimos años la izquierda aberzale ha intentado recabar varias veces respaldo internacional para un proceso de paz, pero nunca ha logrado un apoyo tan significativo como el conseguido con la Declaración de Bruselas. Apoyó el corto manifiesto al día siguiente de que se hiciera público, aunque esperó un mes para pedir a ETA que se sumara. Volvió a insistir el 20 de junio, y fue aún más explícita el pasado 2 de septiembre, cuando junto a Eusko Alkartasuna firmó un documento en el que reclamaban "un alto el fuego permanente y verificable".