Ni el portazo de María San Gil, ni la baja como militante del que fuera cautivo de ETA José Antonio Ortega Lara, ni los mensajes airados de José María Aznar y Esperanza Aguirre, ni el acoso implacable de la COPE y otros medios de comunicación... Nada parece hacer mella en la voluntad de Mariano Rajoy de seguir al frente del PP. Ayer, mientras dos centenares de militantes reclamaban su dimisión a las puertas de la sede del partido, el líder conservador dejó bien clara su intención de presentarse para un nuevo mandato en el congreso de junio próximo y retó a quien quiera presentar una candidatura alternativa a que "dé un paso adelante y lo diga".

"En este momento no estoy enfrentándome a ningún candidato; lo que hay es una serie de personas que están intentando que yo no me presente a la presidencia del partido, y eso no se va a producir", dijo Rajoy, que intentó atajar las conjeturas acerca de su futuro con un rotundo: "No voy a tirar la toalla".

El líder del PP hizo este alarde de firmeza ante unos 40 alcaldes y presidentes de diputación del PP que acudieron a la sede del partido para participar en el foro Diálogo con las ciudades . Entre los participantes estaban los regidores de Madrid, Alberto RuizGallardón --uno de sus principales aliados en la guerra interna del partido--; Cádiz, Teófila Martínez; y Salamanca, Julián Lanzarote; y el presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra. Todos aplaudieron la intervención de Rajoy, que se difundió por pantalla a la prensa.

Con gesto circunspecto y hablando de una manera algo atropellada, el presidente del PP alegó que presentará su candidatura porque tiene "fortaleza suficiente" y porque se siente apoyado por "una mayoría" del partido. Dijo, sin embargo, que el factor "decisivo" que lo lleva a perseverar es que está "absolutamente convencido" de que el PP puede ganar las elecciones del 2012 si se hacen las cosas bien".

En contra de lo que sostienen sus detractores, Rajoy sostuvo que en el PP no hay problemas "ni de principios ni de ideas", ya que, dijo, son los mismos que se trazaron en el congreso de la refundación de 1989, en el que Aznar asumió el liderazgo del partido. Alegó que su formación sigue defendiendo la libertad, la igualdad, la justicia y la solidaridad, además de la lucha contra ETA y la España constitucional.

APOYO A ZAPATERO Sin embargo, avisó de que no piensa mantener la actitud ciega de intransigencia frente al Gobierno y los otros partidos que le reclaman los sectores más duros del PP. Así, consideró "lisa y llanamente absurdo que el PP no apoye al Gobierno" si Zapatero "rectifica, no vuelve a negociar con ETA y es contundente en la lucha contra el terrorismo". Y defendió un PP "independiente" y "reformista" que intente pactar asuntos de Estado con el PSOE y que esté "dispuesto a hablar con todos". Recordó que el PP se "ha coaligado" con otras fuerzas, en alusión a los pactos que Aznar selló en su día con CiU y el PNV.

Dijo que, entre los 10 millones de votantes del PP, hay "muchas formas de ver las cosas", por lo que se debe "integrar a formas distintas de ver la vida". Admitió que el PP vive momentos "difíciles y de mucha incertidumbre", pero confió en superarlos.

Fuera de la sede del PP, siguió la guerra de declaraciones, con predominio de las voces de apoyo a Rajoy. El secretario general del Grupo Popular en el Congreso, Jorge Fernández Díaz, criticó la "cacería" contra el líder. El presidente del PP de Canarias, José Manuel Soria, retó a Aguirre a aclarar "qué se está haciendo mal". El exministro de Defensa Federico Trillo negó que Rajoy ponga en entredicho los principios del PP. Por contra, el exministro Francisco Alvarez-Cascos reprochó a Rajoy que "llame victoria a la derrota" .