Alberto Ruiz-Gallardón estará en la nueva dirección del PP. La primicia que durante semanas Mariano Rajoy evitó dar a los periodistas, se la regaló ayer a una estudiante de la Universidad Pontificia de la capital. "¿Será Gallardón su secretario general?", le planteó la joven durante el coloquio que prosiguió a la conferencia ofrecida por el líder popular. El no logró ser tan directo en la respuesta como su interlocutora lo fue en la pregunta. O no quiso, quizá por considerar que no tocaba entrar en detalles. Pero, para desconcierto de sectores del partido ligados al ala dura, recalcó: "Cuento con él para la próxima dirección del partido".

Previamente, había recordado que su pasado en común con Gallardón comenzó en tiempos de Antonio Hernández Mancha y había apuntado que el alcalde es "uno de los activos más importantes" que tiene su formación, pese a ser objeto habitual de críticas. Sobre todo, internas. "No conozco a nadie que concite unanimidad absoluta, y eso sería muy peligroso", enfatizó Rajoy.

OFERTA PUBLICA A continuación, sacó a colación que el alcalde le ha ofrecido públicamente respaldo --lo hizo el lunes en el Foro Abc-- y que, además, se ha manifestado dispuesto a asumir las tareas que se le quieran encomendar. "Tengo muy en cuenta lo que me ha dicho. Lo que no significa que la respuesta a la pregunta si será o no secretario general sea sí. Tengo que hablar con él. Pero desde luego cuento con él para la dirección", insistió. Más tarde, Esperanza Aguirre, ante los periodistas que le demandaban una valoración, trataba de restar relevancia al asunto. "La noticia habría sido que no contaba con él. Ha estado y está en el comité ejecutivo y en maitines ", apostilló.

El propio Gallardón decía desconocer ayer qué puesto le tiene reservado Rajoy para la nueva etapa popular, aunque se mostraba agradecido por el reconocimiento y matizaba que solo será "uno más". Sea cual sea el cargo, deberá ser compatible con la alcaldía, lo que le aleja de la secretaría general.

El actual perfil político de Ruiz-Gallardón podría encajar con mayor facilidad, seguramente, en una vicesecretaría, figura del organigrama del PP que Rajoy se propone recuperar para los próximos cuatro años y que sí permite conciliar ayuntamiento y partido. De hecho, Rajoy fue vicesecretario, junto a Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja, mientras ocupaba la vicepresidencia del Gobierno. Hasta que fue elegido sucesor.

Pero hubo más cosas llamativas: en primer lugar, pidió "confianza" a los ciudadanos que puedan sentirse "perplejos" por la crisis que vive el PP. A su juicio, es normal tras una derrota y en vísperas de congreso. No obstante, tildó de "sorprendente" la intensidad del debate abierto o "el entusiasmo" con el que algunos se dedican al mismo.

Después, explicó a los presentes que se hubiera retirado si la mayoría de los suyos no le hubieran pedido que siguiera o si no hubiera obtenido unos resultados dignos el 9-M. "Y estoy convencido de llevar al PP a la victoria en las próximas generales", sentenció. Auguró que, como sucedió con José María Aznar o Felipe González, él también obtendrá la victoria a la tercera.

Dicho esto, apostó por un PP de centro, reformista y que mire al futuro sin perder de vista principios como la defensa de la libertad, la igualdad, la unidad de España y la derrota de ETA. "Quiero un partido unido en torno a eso y no dividido entre duros y blandos", alertó.

El hecho de que la ponencia política que Mariano Rajoy llevará al congreso de Valencia defienda, aunque sea de forma velada, el acercamiento a las minorías, ha llevado a la presidenta del PP vasco, María San Gil, a amenazar con dejar su cargo. Ella alega que ya no confía en un Rajoy al que, bajo su punto de vista, le falta liderazgo. También por este tema preguntó un alumno. Rajoy aseguró tener "el mejor concepto" de ella y ninguna diferencia en cuestión de principios. Pero advirtió de que no se puede ser estatua de sal.

Puede que Rajoy y San Gil no tengan ninguna diferencia a la hora de enunciar los principios en los que creen. Pero es obvio que sí en la forma de expresarlos. Rajoy se felicitó de que, tras la cita con José Luis Rodríguez Zapatero, Juan José Ibarretxe se mostrara insatisfecho: "Si él no está contento, yo lo estoy .... Y si el presidente del Gobierno tampoco está de acuerdo con Ibarretxe, entonces todos damos un paso hacia adelante muy importante", determinó. De manera muy diferente vio dicha cita San Gil, que acusó a Zapatero de rechazar el proyecto del lendakari solo por oportunismo electoral.