Ala colección de adjetivos que en los últimos días han servido para definir los episodios de tensión vividos en el paso fronterizo de Beni-Enzar, entre Melilla y Marruecos, hay que añadir el que ayer utilizó en Rabat el titular del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, tras reunirse con su homólogo, Taieb Cherkaoui, y ser recibido por el rey Mohamed VI: "Un conjunto de incidentes que ya pertenecen al pasado". Estos incidentes van a permitir, además, estrechar y estabilizar la cooperación policial entre ambos países, aseguró el ministro. Fin del problema.

Rubalcaba fue parco en respuestas. No compareció, como le hubiera gustado, con Cherkaoui y se entretuvo muy poco en dar explicaciones. A estas alturas del verano, nadie puede negar que, en esos 500 metros de tierra de nadie de Beni-Enzar, Marruecos toleró que dos alborotadores se burlasen de España y de sus policías durante días. Rabat utilizó el paso fronterizo como un teatro atestado de público en el que dos llamados activistas escenificaron el malestar del Gobierno del país norteafricano.

RIESGOS COMPARTIDOS ¿Malestar por qué? Por dos cuestiones de las que la delegación española asegura que ni se ha hablado pero que fuentes cercanas a la corte marroquí reconocen que indignaron al monarca alauí. La primera son unas fotos que agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) realizaron desde un helicóptero militar a Mohamed VI cuando tomaba el sol en su yate en Alhucemas, al norte de Marruecos. Y la segunda, el desagrado con que España recibió el nombramiento del nuevo embajador, Ahmed Waled Suliman, un hombre que en el 2009 abandonó el Frente Polisario para pasar a apoyar el plan de autonomía marroquí para el Sáhara Occidental.

Consciente de lo mucho que se juega, el Gobierno español optó por la discreción como estrategia para superar la crisis. La activa cooperación marroquí en el control de la inmigración ilegal, el tráfico de drogas y el terrorismo islamista es la respuesta a la actitud que algunos han criticado de Rubalcaba. Tres cuestiones en las que la cumbre de ayer avanzó lo suficiente como para que el ministro abandonara Rabat entusiasmado y con el compromisos de Marruecos de celebrar una reunión semestral entre los responsables policiales de ambos países y una vez al año entre los dos ministros. Pero quizá lo más importante sea la apuesta definitiva por dos comisarías conjuntas, una en Algeciras y otra en Tánger, en las que agentes de uno y otro lado de la frontera trabajarán conjuntamente, especialmente en la lucha contra el narcotráfico. El ministro llegó a comparar el sistema que funcionará en estos dos puestos con el que ya existe en La Jonquera, donde se trabaja con la policía francesa.

Ni por un momento a Rubalcaba se le pasó por la cabeza estos días pasar por Melilla y fue especialmente duro con los responsables del PP que sí lo hicieron. Aseguraba a quien le preguntaba que los incidentes de la frontera eran menores. En realidad, lo que realmente le preocupaba era la ralentización del ritmo con el que Marruecos estaba readmitiendo inmigrantes ilegales de su propio país por la frontera de Melilla. Por eso optó por mantener la sangre fría y viajar a Rabat para pactar un comunicado en el que todos fueron elogios mutuos y una gran oda a la cooperación. Ni una palabra a la ciudad autónoma en el texto.

LLAVE DE LA INMIGRACION En algún momento de su intervención, Rubalcaba dijo que esperaba que las relaciones entre los dos países se mantuvieran "fluidas" y "estables". El titular del Interior es consciente de que cíclicamente Marruecos entra en ebullición por cuestiones de origen incierto pero que obligan a España a mantener la serenidad por un factor que recordaba ayer uno de los mandos que acompañaba a Rubalcaba: "Ellos tienen la llave que abre y cierra la puerta de la inmigración ilegal".

De su encuentro con Mohamed VI, que solo captó la televisión marroquí (cobró a las cadenas españolas 250 euros por las imágenes), Rubalcaba salió con un mensaje de "cariño" para el rey Juan Carlos y con otro para el Gobierno de "voluntad de mejorar las relaciones". Se fue muy satisfecho, afirmó el ministro. Y sobre la gestión del paso fronterizo de Beni-Enzar, de momento, las cosas se quedan como están. Con Marruecos mandando en la tierra de nadie pero sin activistas en el horizonte.