El documento aprobado el jueves debe su redacción final y el elevado grado de consenso alcanzado al arzobispo de Pamplona, el teólogo Fernando Sebastián, del que los obispos catalanes se deshacían ayer en elogios. Sebastián logró la cuadratura del círculo con un texto final casi consensuado, que ha logrado "desactivar" una pastoral "difícil y compleja" para las relaciones internas del episcopado y las relaciones con el Ejecutivo.

Así, por un lado, satisfizo las aspiraciones de los nacionalistas españoles con un texto que se refiere a la "unidad histórica, cultural y espiritual de los pueblos de España" como "un bien que ha de ser tratado con criterios de tipo moral", según Martínez Camino. Y por otro, logró que los nacionalistas periféricos refrendaran el texto.

LEGITIMIDAD NACIONALISTA Aunque el secretario general del episcopado no lo hiciese ayer público, la instrucción incluye párrafos que hablan de que "ninguna forma política tiene carácter absoluto", y certifican que "la Iglesia reconoce la legitimidad de las posiciones nacionalistas que sin recurrir a la violencia y por métodos democráticos pretenden modificar la unidad política de España", según ha podido saber este diario. "La unidad histórica y cultura de España --dicen los prelados-- puede ser manifestada y administrada de muy diferentes maneras. La Iglesia se limita a recomendar a todos que actúen con la máxima responsabilidad, respetando la verdad de los hechos y de la historia y guiándose por criterios de solidaridad y respeto a los demás". O sea, Sebastián, con la complicidad del presidente del episcopado, Ricardo Blázquez, repartió juego entre ambas posturas.