En El Salvador, la última parada de su gira estival por Latinoamérica --que este año ha incluido México, República Dominicana y Haití--, la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, se trasladó ayer a Puerto Triunfo, un municipio a hora y media de la capital salvadoreña, para inaugurar una depuradora que permitirá purificar las aguas residuales que hasta ayer se vertían a la Bahía de Jiquilisco, que está declarada humedal de importancia internacional y reconocida por la Unesco como reserva de la biosfera.

AGUAS FECALES Según datos de la Agencia Española de Cooperación Internacional, la situación era insostenible porque se vertían 2,5 millones de litros diarios de aguas fecales, lo que suponía una contaminación 2.000 veces por encima de lo normal, con los riesgos para la salud que conlleva en un municipio dedicado a la pesca.

Las autoridades esperan que la zona se convierta en un destino turístico --en estos parajes existen unos enormes manglares, que María Teresa Fernández de la Vega pudo contemplar en su visita-- que contribuya al desarrollo del país, gracias la depuración de aguas que realizará la planta financiada en gran parte con dinero español. El proyecto costará casi un millón de dólares (666.422 euros), de los que España aportará unos 800.000 (533.137 euros). El Salvador dispone hoy de una renta media relativamente alta en Centroamérica, pero también sufre grandes desigualdades y altos niveles de violencia.