Hay lugares peores pero no están en este mundo. La frase es de uno de los componentes de la delegación española que acompañó a la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, en su visita al basurero de La Chureca, a un cuarto de hora de la capital de Nicaragua, Managua. Allí, quedó impactada.

Un vertedero de más de 40 hectáreas es también el hogar de 1.267 personas, la mitad de ellos niños y adolescentes que malviven entre y gracias a la basura. De la Vega, en su gira por Iberoamérica, se fotografía con las dos caras de unos países en los que la cooperación internacional es tan imprescindible como insuficiente. La de los palacios presidenciales pero también la de las familias guatemaltecas que sufrieron el terremoto de 1976, la violencia armada y que ahora intentan empezar después del huracán Stan .

Bandas violentas

O la de los jóvenes que intentan sobrevivir en el barrio de Buenas Nuevas, uno de los más peligrosos de Tegucigalpa (Guatemala), en el que las maras (bandas violentas), presumen de una media de 15 asesinatos al día.

Después de comprobar que en Nicaragua la miseria tiene rostro de niño --casi el 80% pertenecen a familias que sobreviven con un dólar diario--, la vicepresidenta se comprometió a trabajar para promover el sellado del vertedero de La Chureca, para cambiar la "trágica realidad" del lugar. A través de los fondos de cooperación se intentará llevar a cabo un proyecto para construir un barrio para los habitantes que ahora conviven con las aves carroñeras.

En la colonia Buenas Nuevas (Guatemala), en una visita entre férreas medidas de seguridad y en un barrio que por un día estuvo tomado por la policía guatemalteca, De la Vega vio cómo la educación es seguramente el mejor instrumento para ayudar a los más jóvenes a cambiar su destino. El jesuita Manolo Maqueira inició un proyecto con jóvenes de riesgo social que ahora se ha convertido en una escuela-taller en la que más de 200 jóvenes estudian y pueden obtener un trabajo.

En Panajab (Guatemala), De la Vega comprobó el coraje de 900 familias que hace dos años sufrieron el huracán Stan . Ahora, la contribución española es fundamental. Tristes paradojas de la historia.