El PP quedó anoche en Pontevedra a 8.160 papeletas de arrebatarle al PSG el último diputado en juego en esa provincia. Un abismo en las elecciones de cualquier otra comunidad autónoma. Pero en Galicia, el siempre importante peso del voto emigrante puede todavía alterar el resultado electoral y, contra pronóstico, dar un vuelco y decantar la mayoría absoluta en favor de Fraga. Las matemáticas de anteriores convocatorias juegan en contra de la alianza de los socialistas y los nacionalistas del BNG, pero por un margen tan estrecho que Galicia vivirá en ascuas hasta el próximo 27 de junio, cuando se abran los sobres de los votantes que han elegido por correo.

Sólo la provincia de Pontevedra puede dar la vuelta al resultado que las urnas arrojaron ayer. En las otras tres provincias, cualquier alteración beneficiaría a socialistas o nacionalistas en detrimento de Manuel Fraga, pero es mera ilusión, conocido el arraigo del PP en la comunidad gallega internacional.

¿Qué puede pasar ahora en Pontevedra? Una pista es qué pasó hace cuatro años. En aquella ocasión, llegaron a la provincia 19.037 votos procedentes de la emigración. De ellos, 13.292 fueron para el PP, 4.559 para el PSG y 1.186 para el BNG. La traslación directa de aquellas proporciones a los resultados de ayer daría una ventaja mínima, pero suficiente, a Fraga para obtener el diputado que le falta para revalidar la mayoría absoluta. Ayer se quedó a 7.954 papeletas del escaño en juego y, con la participación de los emigrantes afines al PP en el 2001, restados los afines del PSG, tendría ventaja de 779 votos.

La situación pasados cuatro años, sin embargo, es distinta. El voto emigrante es mayor en número. La incógnita es si el efecto Zapatero tiene influencias transfronterizas.