El PSOE se agarró ayer al clavo ardiendo del gran resultado logrado por el socialismo vasco, y las opciones de Patxi López de ser lendakari, para consolarse por la pésima noticia de la noche: la derrota sin paliativos sufrida en Galicia, primera comunidad que pierden los socialistas desde que José Luis Rodríguez Zapatero llegó a la Moncloa.

La sede del PSOE asistió ayer en silencio al escrutinio electoral. La cúpula del partido, con Zapatero al frente, analizó los resultados en la quinta planta. Y la única presencia pública, en contraste con la euforia que se vivía en la sede del PP, fue una brevísima declaración del vicesecretario general, José Blanco, quien, sin permitir preguntas, pasó de puntillas por la derrota en Galicia y subrayó la "histórica" victoria de López en Euskadi. Minutos después de que el líder del PSOE ratificara su disposición a optar a la presidencia del Gobierno vasco, Blanco respalda en nombre del PSOE sus intenciones al afirmar que el partido apoya y apoyará "las decisiones que tome en relación al futuro". El número dos del PSOE reforzó este mensaje afirmando que en Euskadi "se abre una nueva etapa política" y el PSE sabe "mejor que nadie cómo administrar el enorme caudal de apoyo popular que ha recibido".

Fuentes de la dirección socialista confirman que es firme la decisión de Zapatero de dar carta blanca a López para tomar sus decisiones, aunque estas impliquen para el PSOE perder el apoyo del PNV en el Congreso. Ya en un mitin de campaña, en San Sebastián, Zapatero garantizó en público que López tendría manos libres para decidir su política de alianzas.

Los socialistas son conscientes de que si es el PSE, de la mano del PP, quien desaloja al PNV del poder, los nacionalistas vascos retirarán su apoyo parlamentario a Zapatero. Sumada esta deserción a la de los dos diputados del BNG, una vez desalojados los nacionalistas gallegos de la Xunta, al presidente del Gobierno no le quedará otra que recabar el respaldo de CiU, poco receptiva a los cantos de sirena mientras siga en la oposición en Cataluña y la reforma de la financiación siga empantanada.

FRACASO TOTAL EN GALICIA En cambio, José Blanco dedicó tan solo unas frases protocolarias a analizar el descalabro de los socialistas en Galicia, su tierra natal. Se limitó a afirmar que "se abre una nueva etapa" para el socialismo gallego, al que trasladó su "solidaridad". A falta de análisis más detallados, las causas de la derrota se antojan diversas y profundas: la impericia para rentabilizar la gestión en la Xunta; las discrepancias con los socios del BNG; y las limitaciones del candidato a la reelección, Emilio Pérez Touriño, incapaz de generar entusiasmo.

Pero, en clave de política española, la cúpula socialista valora con preocupación el hecho de que a los populares no les hagan mella los escándalos de corrupción y de espionaje que les salpican. Ni siquiera el hecho de tener que sustituir en plena campaña a su candidato por Ourense por irregularidades fiscales.