El manifiesto electoral de los obispos ha colmado la paciencia del Gobierno. El presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, no está dispuesto a poner la otra mejilla y, aunque reconoce que la Iglesia está en su derecho de pedir el voto para el PP, no acepta que lo haga recurriendo al terrorismo. "Esta vez han ido más allá, han caído en la tentación de usar el terrorismo en campaña electoral, y a eso no tienen derecho. Y si no se lo hemos aceptado a Rajoy, tampoco se lo vamos a aceptar a los obispos", advirtió Zapatero en un mitin, en Ourense.

Antes de hacerlo públicamente, el Ejecutivo ya había comunicado su enfado a la jerarquía eclesiástica. La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega --que actúa como interlocutora habitual del Gobierno con la Iglesia--, llamó por teléfono al presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Ricardo Blázquez, el mismo jueves, poco después de que la cúpula eclesiástica pidiese el voto contra el partido socialista. En esta conversación, la vicepresidenta exigió a los obispos más respeto y lamentó que en su polémica nota no aparezcan expresiones como "concordia y convivencia", conceptos que el mismo Blázquez, considerado un moderado, acostumbra a utilizar en sus discursos.

LA LAICIDAD DEL ESTADO De la Vega aprovechó ayer la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros para recordar que la Constitución consagra la laicidad del Estado, más allá de los acuerdos que se establecen con la Iglesia católica y que, durante la legislatura que ahora concluye, le han permitido mejorar su financiación económica. A pesar de que el Ejecutivo, de momento, no pretende revisar el Concordato con la Santa Sede, ayer, el presidente de la comisión constitucional del Congreso, Alfonso Guerra, avisó de que "antes o después no va a haber otro camino" que la denuncia de estos acuerdos.

De la Vega remarcó que el Gobierno se debe a los ciudadanos, sin distinción alguna de creencias, mientras que la Iglesia rinde cuentas ante sus feligreses. La vicepresidenta primera se dirigió a estos últimos para que tomen nota de la actitud de la jerarquía eclesiástica.

El secretario de organización del PSOE, José Blanco, lamentó que "cuando Aznar dirigía las negociaciones con ETA y enviaba un obispo, eso no era pecado", mientras que "cuando Zapatero intenta acabar con ETA con diálogo, eso es pecado".

Los populares, por su parte, niegan que el documento de los obispos esconda un llamamiento a votar a los conservadores y evitaron, en todo momento, analizar públicamente el fondo de la cuestión, optando por dirigir todas sus críticas a los dirigentes del PSOE. Así, el responsable de Comunicación del PP, Gabriel Elorriaga, tachó de "desmesurada" la forma en que los socialistas han reaccionado ante la nota emitida por los obispos y les acusó de ser "intolerantes" con una opinión que, a su entender, comparten muchos españoles. "La inmensa mayoría coincide en que negociar políticamente con los terroristas está mal", enfatizó Elorriaga.

AÑORANZA DEL PASADO Mientras, el coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, se quejó ayer en Granada de que los socialistas estén dando una respuesta "ambigua" al comunicado de la Conferencia Episcopal en que se llama a no votar a quien apoyó la negociación con ETA. Para Llamazares, esa iniciativa de la Iglesia católica deja en evidencia que sus obispos "añoran el nacionalcatolicismo". Ante esto, el líder de la coalición de izquierdas abogó por avanzar en la aconfesionalidad del Estado.