Pese a contar con más diputados que en la anterior legislatura, José Luis Rodríguez Zapatero afronta una sesión de investidura más difícil que hace cuatro años como consecuencia de la complejidad del panorama político. Salvo BNG y Coalición Canaria, las demás formaciones se muestran renuentes a apoyarlo o le exigen compromisos que podrían marcarle la agenda.

En estas circunstancias, el presidente del Gobierno en funciones ha ordenado al PSOE que renuncie a negociar respaldos para su proclamación. Zapatero se prepara para no obtener la mayoría absoluta en la votación de investidura, lo que lo obligaría a someterse a una segunda vuelta, situación que tiene como único precedente en democracia la que protagonizó Leopoldo Calvo-Sotelo en 1981.

El jefe del Ejecutivo ve esta opción como un "mal menor" ante el riesgo de hacer concesiones que puedan pasarle factura y mermarle autonomía de gobierno, según señalaron fuentes socialistas. Zapatero prefiere dejar el escenario abierto, con el fin de estudiar con detenimiento los movimientos de las fuerzas minoritarias, en especial CiU y el PNV, y calcular mejor el coste de alianzas más estables. Los contactos que inició ayer el secretario de organización del PSOE, José Blanco, con las formaciones políticas están más orientados a intercambiar opiniones de cara a la legislatura que a la sesión de investidura, convocada para el 8 de abril próximo.

´CASO BONO´ El PSOE vincula esta estrategia con el caso de José Bono, que el martes pasado se convirtió en el primer presidente del Congreso en necesitar una segunda votación para ser elegido. En esa ocasión, sin embargo, el PSOE hizo gestos a los nacionalistas vascos y catalanes para que apoyasen al exministro --les cedió sendos puestos en la Mesa del Congreso--, aunque las gestiones no fructificaron.

Es más, para la investidura de Zapatero se sondeó en un comienzo al PNV y el BNG, cuyos ocho votos garantizarían al presidente la mayoría absoluta. Sin embargo, a la luz de las tensiones internas en la fuerza vasca, y con el plan Ibarretxe planeando en el horizonte, cobró cada vez más fuerza al plan B del PSOE, consistente en afrontar una investidura sin mayoría absoluta.

LA NEGATIVA DEL PNV El último argumento en favor de esta opción la dio el PNV, al negarse a apoyar la moción de censura para desalojar a la alcaldesa de Mondragón, de ANV, que no condenó el asesinato del exedil Isaías Carrasco. Las últimas declaraciones del PNV, endureciendo su actitud hacia el partido aberzale, no cambiará los planes, según fuentes socialistas.